7 de octubre de 2013

Capítulo veinte.


¡¡HOLA!! Volví después de mucho tiempo. No me da la cara para hablarles ahora, de veras. Siento muchísimo no haber subido antes, pero estaba estudiando. Y los estudios siempre es lo primero. Ahora tengo muchísimo tiempo. Ya estoy empezando a adaptar otra nove. Sorpresa, sorpresa.
Chicas, acá les dejo un capítulo de la nove. A lo largo del día os subiré dos más. Ah, se acerca el rock laliter. Agárrense fuerte.

Espero que sepáis comprenderme. Al final del capítulo os he dejado mi twitter.



Peter puso música y empezó a cocinar. Sinatra. Si a Lali lo ayudaba a lo mejor a él también le funcionaría. La receta que había encontrado era para preparar fideos tailandeses. Cuando Lali entró en el piso, tuvo que parpadear dos veces. No podía creer lo que estaba viendo.

—Peter, ¿estás cocinando? — Preguntó mientras se quitaba la chaqueta y la colgaba en la entrada—. Esa fiebre debió de afectarte más de lo que pensaba.

—Muy graciosa. Sal de aquí —le dijo Peter  que estaba muy ajetreado en la estufa. —Son fideos tailandeses, es una receta que he encontrado por Internet. No te atrevas a reírte y sé amable. —Se enjugó el sudor de la frente y repasó las instrucciones de nuevo—. Es la primera vez que los hago, así que no esperes demasiado.

—Seguro que te quedarán buenísimos. —El corazón de Lali empezaba a estar descontrolado. Resistirse a Peter en estado normal ya era difícil, pero ese Peter tímido e inseguro era letal para sus sentidos—. Tiene muy buena pinta.

—¿Por qué no vas  a cambiarte? Pareces cansada y ahora que lo pienso, ¿por qué llegas tan tarde?

—Porque me he parado a alquilar una película. Como creía que ibas a llegar tarde...

—¿Qué película es? —Peter estaba concentradísimo en su receta.

Drácula.

¿Drácula? ¿La versión de hace unos años?

—Sí, ésa. A mis hermanas y a mí nos encanta, y cuando alguna de nosotras está un poco «depre» o tiene mal de amores, la vemos juntas, lloramos, luego nos reímos de nosotras mismas y todo nos parece menos grave.

—Bien, bueno, creo que no lo entiendo, pero si quieres podemos verla. Aunque no esperes que llore.

—No te preocupes. Si además de cocinar lloras al ver Drácula, tendré que casarme contigo. —A Peter se le cayó la espátula de la mano—. Es broma. Voy a cambiarme.

Lali regresó en menos de cinco minutos, y cuando fue a poner la mesa se llevó otra sorpresa. Peter había comprado flores. No iba a poder resistirlo.

—¿Flores? Son preciosas. —Como no sabía qué más decir se concentró en poner la mesa. Lali dudó que jamás lograra recuperarse de esa cena. Peter apareció con un plato en cada mano.

—Bueno, a ver qué tal me ha salido esto.
Los dos probaron la comida.

—Genial. De lo mejor que he comido nunca. Te felicito.

Comieron unos minutos más en silencio hasta que Peter ya no pudo aguantar y le preguntó directamente:

—¿Sigues teniendo intención de mudarte a otro lugar?
Lali se atragantó con la comida.

—¿Quieres que lo haga?

—No —respondió él sin dudar ni un instante. Aún tenía muchas dudas, pero lo único que tenía claro era que no quería que ella se fuese de su casa.

—Entonces no lo haré. La verdad es que yo tampoco quiero. —Se limpió los labios y continuó—. Ahora que tú y yo volvemos a ser amigos, no me apetece vivir sola. —Sintió la tentación de confesarle que lo echaría de menos, pero no se atrevió, y en vez de eso dijo—: ¿De verdad no te molesta que me quede?

—Pues claro que no. Todo lo contrario. —Bebió un poco de vino—. Me alegra ver que volvemos a ser amigos, echaba de menos... —Como no sabía cómo describir lo que había entre ellos, movió las manos—... esto.

—Yo también. —«Sea lo que sea», pensó Lali.

—Recuerdo que me dijiste que estabas a punto de firmar el contrato de alquiler. ¿Llegaste a hacerlo? —Peter hablaba sin apenas mirarla. Estaba nervioso.

—No. Estabas tan enfermo que al final no fui —respondió Lali también nerviosa. No quería decirle que estaba tan preocupada por él que se había olvidado completamente del tema.

—Lo siento.

—No te preocupes. Le pedí a Simon que llamara a la inmobiliaria para anular la cita. —Simon se había portado como un sol. Lali se alegraba mucho de contar con alguien como él, pero por la cara que puso Peter  vio que él no pensaba lo mismo. Quería confesarle que sólo eran amigos, pero como Simón le había aconsejado que aún no dijera nada, se mordió la lengua.—. ¿Te ha pasado algo interesante hoy?

—He tenido una reunión con Nico. El sábado nos ha invitado a su casa de campo. Su mujer y sus hijas quieren conocerte. ¿Te apetecería ir? Si no, no pasa nada, pero he pensado que podría estar bien. —Peter intentó que su tono de voz no delatara lo importante que era su respuesta para él.

—Sí, podría estar bien. Si tú quieres ir, vamos —respondió Lali  aunque no sabía por qué querían conocerla.

—Entonces iremos. —Peter acabó de comer—. ¿Has terminado? Pues siéntate en el sofá y prepara la película mientras yo ordeno esto.

—De eso ni hablar. Hoy me toca a mí recoger. —Se levantó y recogió los platos.

Peter puso la película en el DVD y se sentó a esperar a Lali  No le gustaba nada que estuviera recogiendo la cocina sola, pero ella había insistido en que ésas eran las normas.

— ¿Tienes velas? —preguntó Lali al salir de la cocina.

— ¿Velas? —Se sorprendió Peter—. ¿Para qué?

—Una película como ésta no se puede ver con luz normal. —Lali lo miró como si la respuesta fuera obvia.

—Ah, claro, perdona. Supongo que en el último cajón del mueble que está al lado de la tele habrá algunas. Aunque no sé si será lo que buscas. Las compré el año pasado, cuando hubo unos cortes de luz. —Peter se levantó y empezó a rebuscar dentro del cajón—. Aquí están. ¿Éstas te parecen bien? —Le ofreció tres velas.

Lali las cogió, las colocó encima de la mesilla baja y las encendió. Luego apagó la luz y se sentó en el sofá con las piernas cruzadas, como una india. Le encantaba sentarse así para ver películas.

—Vamos, Peter  ven aquí. —Dio unos golpecitos al sofá indicando que esperaba que él se sentara a su lado.

—Ya voy. —Peter aún estaba de pie, observando el ritual de Lali  Al ver que ella ya lo daba por finalizado, se acercó al sofá y, para mantener un poco las distancias, puso un cojín entre los dos con la excusa de apoyarse mejor. No quería estropear la noche, y si se sentaba demasiado cerca no se veía capaz de controlar las ganas que tenía de besarla.

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MENCIONENME EN TUITER SI QUIEREN QUE LES AVISE QUE SUBÍ NOVE: @somosllaves.

3 comentarios:

  1. puedes poner de una vez un capitulo bien laliter, quiero que sean felices juntos Y TU NO HACES NINGUN CAPITULO DONDE ESTÉN FELICES igual amo tu nove seguila

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  2. Me encantó ,d a poquito k deben ir ,para estar bien seguros.

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