31 de marzo de 2013

Capítulo cinco.






Cuando me desperté inmediatamente recordé lo de anoche. Las imágenes del encuentro con Peter y de nosotros coqueteando me inundaban dejando una sensación caliente en la boca del estómago. Sonreí cuando pensé en verlo otra vez hoy. Estaba realmente bastante entusiasmada por verle de nuevo, aunque sería con toda su familia allí. Di una vuelta para mirar la hora y ahogué un grito. Joder, ya pasan de las doce. Salté de la cama y me lancé escaleras abajo buscando a mamá.

Mamá, voy a una boda esta tarde, ¿qué debería ponerme? —grité cuando irrumpí en la cocina a toda velocidad.

¿Vas a una boda? ¿De quién es? Yo no sé de nadie que vaya a casarse. —Ella frunció el ceño y me miró como si yo hubiera perdido el juicio.

La hermana de un amigo se casa. Su cita se retractó en el último momento, así que me pidió que fuera con él —mentí, encogiéndome de hombros.

Ah, de acuerdo. Bien, qué te parece si tomas prestado mi vestido sin tirantes, el que tiene las rosas rosadas que usé para el Bautizo de Luz —ofreció ella.

¿En serio? Me encantaría —salí entusiasmada, tratando de no dar brincos sobre el piso. Estaba bastante segura de que tenía los mejores padres del mundo. El gusto para vestir de mamá era imponente. Agradecí a las estrellas lo afortunada que era de que tuviéramos la misma talla, porque a menudo, yo usaba más su ropa que la mía.

Ve a prepararte. Lo arreglaré para ti… ¿A qué hora te vas? —preguntó ella, levantándose de la mesa. Mi papá se levantó también y sirvió un vaso de zumo, ofreciéndomelo cuando pasó caminando, besando mi frente.

Gracias, papá. —Me giré hacia mi mamá.  —Peter llegará aquí para recogerme a la una y media. —Me bebí a tragos el vaso del zumo tan rápido como pude, impaciente por ir a ducharme y tener tiempo de arreglarme el cabello. Me apresuré en la ducha y sequé rápidamente mi pelo, levantándolo en un moño elegante y alacié los mechones sueltos alrededor de mi cara y mi flequillo. Una vez que me maquillé, me puse el vestido y me miré en el espejo. Sonreí, contenta con el resultado. Mi pelo moreno se veía mejor de lo que yo creí que podría y mis ojos marrones centelleaban con entusiasmo. El poco maquillaje que me había puesto complementaba mi aspecto perfectamente. El vestido era hermoso, y se adhería a mí en todos los sitios correctos, mostrando la cantidad justa de escote. Suspiré felizmente y agarré mis zapatos y monedero, dirigiéndome abajo mientras me los ponía. Mis padres se habían marchado ya; ellos iban a visitar a algunos viejos amigos y no estarían de vuelta hasta tarde. Anduve por la cocina nerviosamente hasta que el timbre sonó. Prácticamente salté a la puerta, alisé mi vestido y respiré hondo antes de abrir. Mi aliento se atoró en mi garganta cuando le vi. Él se veía increíble en un traje negro, camisa blanca con una corbata azul pálido.
Recorrí con mis ojos hacia abajo su cuerpo despacio, abarcando cada parte de él antes de arrastrar mis ojos a su rostro. Su pelo estaba estilizado, sin embargo todavía lograba verse desordenado, como si hubiera estado pasando sus manos por él. Sus ojos aún rastreaban mi cuerpo abajo, su boca abierta ligeramente. Sonreí a mí misma. ¡Le gusta lo que ve! Limpié mi garganta dramáticamente para conseguir su atención. Sus ojos se engancharon a los míos y me sonrió, sus ojos grises perforándome otra vez.

¿Has terminado de desnudarme con los ojos o necesitas unos minutos más? —Bromé, inclinándome contra el marco de la puerta, tratando de verme sexy.

Lo siento, trataba de calcular cómo carajo voy a mantener mis manos lejos de ti delante de mi familia hoy —contestó él, sacudiendo su cabeza, mirándome toda de nuevo.

Me reí tontamente y agarré su corbata, jalándolo dentro de la casa, cerrando la puerta detrás de él. —Estoy segura que te las arreglarás de alguna manera —declaré, haciendo rodar mis ojos y acariciando su corbata hacia abajo colocándola en el lugar correcto.

Tendré que hacerlo, supongo —dijo él resoplando y con un movimiento rápido de su cabeza consiguió quitarse el cabello de los ojos.

Traigo mi bolso, y estoy lista. —Me escabullí a la cocina, comprobando para asegurarme que llevaba mis llaves, móvil y dinero. Cuando volteé de regreso no me di cuenta que él me había seguido allí y caminé directo a su duro pecho y casi me caigo. Sus manos se lanzaron a ayudarme a recobrar el equilibrio, agarrando mi cintura con fuerza.

Vale, tranquila, sé que me veo ardiente con traje, pero no tienes que caer a mis pies —bromeó él, doblándose un poco para mirarme a los ojos. Sentí que el calor subía sigilosamente a mis mejillas porque me había puesto en ridículo delante de él. Él no me había soltado. Solo nos mirábamos el uno al otro, haciendo acelerar mi respiración. No podía alejar mis ojos de su rostro. Después de lo que pareció una eternidad, alejó su mirada y retrocedió—. Te ves muy hermosa, Lali.—Él sonrió con su sonrisita sexy que elevaba el calor de mi rostro aún más.

Gracias, tú sólo te ves bien —bromeé, agitando una mano hacia él despectivamente. Él se rió entre dientes ante mi observación. Saqué mi lengua y me encaminé por delante de él a la puerta principal, esperándolo a que saliera antes de cerrar. Cuando nos subimos a su coche, me reí incrédula. Había limpiado toda la porquería y los cartones vacíos de comida para llevar del coche. Hasta olía agradable dentro.

¿Wow, hiciste esto por mí? —pregunté, sorprendida.

Él sonrió abiertamente y se encogió de hombros. —Bien, no quise que pensaras que yo era una especie de holgazán que no podría limpiar por sí mismo.

Una sonrisa tiró de mi boca porque él había hecho tal esfuerzo. —¿Sí? ¿Cuánto te tomó esto? 

Él se rió perversamente. —Ni idea. Pagué al niño de mis vecinos cinco dólares para que lo hiciera por mí.

Jadeé. —¿Cinco dólares? ¡Santo Dios!, Peter, eso es cruel, es casi como trabajo de esclavos, este coche era asqueroso. Espero que el niño haya recibido su inyección del TB antes de que tocara algo. —Me reí.

Sí, lo chequé con su mamá y me aseguré de que estuviera al corriente con sus vacunas antes de soltarlo —bromeó él, guiñándome.


De camino a la iglesia él precedió a contarme todo lo que necesitaba saber sobre su familia antes de que yo los conociera. Los nombres de su padres eran Nicolás y Gimena, su hermana se casaba con un tipo llamado Agustín, y yo debía alejarme de su tío pervertido Bartolomé, a quien le gustaría indudablemente una «cosa joven y bella» como yo según parece. Para cuando nos detuvimos en la iglesia yo torcía mis manos nerviosamente. Esto es una idea realmente terrible. ¿Quiero decir, quién en el mundo va de primera cita a una boda en familia? Él saltó y rodeó hacia mi lado, tendiendo una mano para ayudarme a salir del coche.
Cuando salí, él se inclinó dentro y agarró algo de la guantera. Se giró hacia mí sosteniendo un pequeño ramillete. —Conseguí esto para ti.

Oh, es muy bonito. —Gracias, Peter. —Lo tomé y lo observé. Era uno de los que se fijaban al vestido; tenía unas pequeñas flores blancas en el medio con hojas verdes por detrás. Era encantador.

¿Quieres que te lo ponga? —preguntó él, levantando una ceja arrogante.

Me reí y sacudí mi cabeza. —Creo que puedo sola, pervertido —contesté, riéndome tontamente y fijándolo en el frente de mi vestido mientras caminamos a la iglesia.

Cuando llegamos a la puerta él tomó mi mano y tiró de mí para detenernos. —Gracias por venir, Lali. Si en algún momento quieres marcharte, me lo dices y te llevaré a casa. Quiero decir, esto es una primera cita terrible. Él me miró disculpándose, como si esperara a que huyera en cualquier segundo.

¿Oh mierda, tú crees que esto es una cita? Peter, sólo vine por la comida gratis —bromeé, jalándolo hacia la iglesia.

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¡¡Bienvenidas a las nuevas lectoras!! Espero que disfruten esta adaptación :D

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