Capítulo dieciséis.

Llegó la noche de Halloween, y Gimena decidió hacer la fiesta en casa.
Ella está hablando con sus amigos, Cande y su amiga Evangeline le están echando alcohol a sus bebidas, Xavi y Eric están bailando, mientras Luz juega con la cola del látigo de Eric, moviendo el flequillo arriba y abajo y hacia adelante y detrás, luego mirando alrededor para ver si alguien lo nota. Y cuando estoy a punto de darle la señal, la que significa que más vale que deje de hacer eso si quiere seguir aquí, el timbre de la puerta suena, y ambas hacemos competencia por quién llega primero a la puerta.
Yo llego primero y cuando abro la puerta Peter está ahí con flores en una mano, y un sombrero con bordes dorados en la otra. Su pelo está recogido en una cola de caballo, vestido con una camisa blanca de volantes, una chaqueta con botones dorados y lo que puede ser descrito como pantalones de montar, medias ajustadas y zapatos negros puntiagudos. Me doy cuenta de quién está disfrazado y mi corazón se salta dos latidos.

—Conde Fersen, — digo entre dientes, apenas pudiendo pronunciar las palabras. 

—María. — sonríe, ofreciendo una galante reverencia. 

—Pero… era un secreto…. y tú no estabas invitado, — Yo susurro, mirando más allá de sus hombros, buscando a Paula, la rubia, cualquiera, sabiendo que es imposible que él esté aquí solamente por mí.

Pero solo sonríe y me da las flores. —Entonces debe ser una afortunada coincidencia. 

Yo trago con dificultad y giro sobre mis tacones, conduciéndolo por la entrada, preguntándome cómo pudo haber pasado esto, buscando una explicación lógica para que Peter se apareciera vestido como mi perfecta otra mitad.

—¡Dios mío, Peter está aquí!— Cande chilla, sus brazos moviéndose frenéticamente, su rostro todo iluminado, pero al momento que ve su disfraz, percatándose de que esta vestido como el Conde Axel Fersen, el no tan secreto amante de María Antonieta, su cara se ensombrece y sus ojos me miran acusadoramente. — ¿Y cuando planearon esto?— pregunta.

—No lo hicimos.

—Fue pura casualidad, — completa Peter, poniendo su brazo alrededor de mi cintura y aún cuando él solo lo deja ahí por un breve momento, es suficiente para causar un cosquilleo en todo mi cuerpo.

—Tú tienes que ser Peter, — Evangeline dice, escabulléndose a su lado, sus dedos jugando con los volantes de su camisa. —Pensaba que Cande estaba exagerando, ¡pero aparentemente no es así!— Ella ríe. — ¿Y de quién estas disfrazado? Bueno, el que sea. — dice robando el sombrero de él, poniéndoselo y sonriendo seductoramente bajo el ala del sombrero antes de tomar su mano y llevarlo a otra parte.

— ¡A mí no me gusta él! O sea, ¿cómo puedo convencerte de eso? ¡Solo dime y lo haré!— me dirijo a Cande antes de que pueda pronunciar una palabra. Sé lo que piensa. 

—No digas ni una palabra más. Si  le gustas, entonces así son las cosas y no hay nada que yo pueda hacer. O sea, no es tu culpa que seas inteligente y bonita y los chicos siempre te preferirán. Especialmente una vez te vean sin tu capucha. — Ella trata de reír, pero no lo logra. — Sólo hazme un favor, deja de mentir que no lo haces nada bien. 
                                                                    .....

El timbre de la puerta suena nuevamente, a pesar de la cola de pez tras ella, esta vez es Luz quien gana. 
—Oh, vaya, — la mujer dice quedándose en el porche y mirando entre Luz y yo. 

— ¿Puedo ayudarla?— le pregunto, notando que no está disfrazada, a menos que la ropa casual cuente como disfraz. Ella me mira, sus ojos marrones encontrando los míos cuando dice, 

—Lo siento, llego tarde, el tráfico fue un... bueno, ya sabes. — ella saluda a Luz asintiendo con la cabeza, como si de verdad pudiera verla. — Soy Rochi, Gimena me contrató. Soy la medium, — ella dice, apartando su largo y rubio cabello de su cara y arrodillándose junto a Luz. —Y veo que tienes una amiguita aquí contigo. 

Antes de que pudiera al menos reaccionar de la impresión que tuve al saber que ella puede ver a mi hermana, Gime estaba ya en la puerta invitándola a entrar. —Qué bueno, pudiste lograrlo y veo que has conocido a mi sobrina, — ella dice llevándola a la sala de estar, en donde hay una mesa arreglada para ella.
                                                         ....

Pienso en Peter. He tratado de mantener mi distancia, actual normal e ignorarlo cuando lo veo en la escuela, pero verlo esta noche, vestido en lo que es claramente la otra mitad de un disfraz de pareja… Bueno, no estoy segura qué pensar. O sea, por lo último que vi, él estaba con la rubia o Paula, cualquiera menos yo. Encantándolas con su encanto, buena apariencia, carisma y sus inexplicables trucos de magia. Es el único que no puedo leer, el único que puede silenciar el sonido de los demás y aún cuando me hace sentir maravillosa y cálida y lo más cerca a ser normal que alguna vez seré, no puedo evitar el pensar que no hay nada normal en eso.

—Hey. — él sonríe, apareciendo justo cuando me siento en una silla.  Y cuando lo miro, todo mi cuerpo se calienta. —Es una buena fiesta. Estoy feliz de haber venido sin invitación. — se sienta al lado mío, mientras yo miro hacia delante, consciente de que está bromeando, pero muy nerviosa para responder. —Haces una buena María, — él dice, sus dedos tocando la larga pluma negra que encajé en mi peluca a última hora.
Yo presiono mis labios, sintiéndome ansiosa, nerviosa, tentada a huir.  —Y tú haces un buen Conde Fersen, — digo finalmente. 

—Por favor, llámame Axel. — él ríe.

— ¿Te cobraron extra por el agujero de polilla?— le pregunto, señalando a la parte deshilachada cerca de su hombro, decidiéndome a no mencionar que su ropa huele a rancio. Me mira, sus ojos fijos en los míos cuando me dice, 

—Eso no es un agujero de polilla. Eso es producto del fuego de artillería, una casi-pérdida, como ellos le dicen. Hubo un re-escrito de última hora. — sonríe.  —Y en esta nueva versión solo somos nosotros y tú, María, mantienes tu linda cabeza. —  la punta de su dedo índice  lo desliza a través del ancho de mi cuello, dejando una huella cálida con un delicioso chisporroteo mientras él deja su dedo debajo de mi oreja. — ¿Por qué no hiciste fila para una lectura?—  susurra, su dedo viajando por mi mandíbula, mi mejilla, trazando la curva de mi oreja mientras que sus labios se acercan tanto que nuestros alientos se encuentran y se mezclan.

Yo me encojo de hombros y presiono mis labios, deseando que se calle y me bese de una buena vez.  — ¿Por qué tú no estás en fila?— le pregunto, ya sin tratar de ocultar mi frustración. 

—Es una pérdida de tiempo. No es posible leer mentes, o decir el fututo ¿verdad?— Yo cambio la mirada y miro a la piscina, parpadeando al ver que los globos no solo han cambiado a color rosa, también están formando un corazón. — ¿Te he contrariado?— él pregunta, sus dedos tomando mi mentón, volviendo mi cara de vuelta a la suya. Y esa es otra cosa. A veces el usa lenguaje de surfista californiano igual que todo el mundo aquí, y otras veces parece que ha salido de las páginas de Cumbres Borrascosas. 

—No. No me has contrariado, — yo le digo riéndome. 

— ¿Qué es tan gracioso?— él pregunta, sus dedos deslizándose bajo mi flequillo, buscando la cicatriz en mi frente y haciendo que yo lo aleje. — ¿Cómo te hiciste eso?— su mano de vuelta a su lado, mirándome con tanta calidez y sinceridad que yo estoy a punto de contarle la verdad. Pero no lo hago porque esta es la noche del año que yo tengo para ser otra persona.

—No quiero hablar de eso, — le digo parpadeando cuando veo que los globos de la piscina ahora son rojos y están formando un tulipán. 

— ¿De qué quieres hablar?— él susurra, mirándome con esos ojos, dos estanques infinitos que me atraen adentro. 

—No quiero hablar, — susurro, aguantando la respiración mientras sus labios encuentran los míos.

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Y llegó! Sí, sí, llegó el tan esperado beso jajajaja. Ahí tienen el capítulo. Mañana subo otro, o esta noche. Todo depende de los comentarios. Y ya les aviso, los capítulos que se vienen son... bueno, ahí lo dejo. Descubranlo ustedes. Besos queridas lectoras <3