18 de julio de 2013

Capítulo ocho.

MARATÓN: 
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Peter salió del piso a toda prisa. No sólo porque quisiera llegar pronto a la revista para hablar con Nicolás, sino también porque necesitaba huir de Lali. Tenía que alejarse de ella, tal vez así se tranquilizaría y se olvidaría de lo bien que se había sentido en sus brazos. Si de algo estaba seguro era de que él no quería tener ninguna relación con nadie. El amor había acabado con su padre, y le había demostrado a él que para lo único que sirve es para hacer desgraciado a quien lo siente y a todos los que lo rodean. Sin embargo, al imaginarse a Lali con otro hombre, un impulso asesino lo invadió de golpe. Por suerte, en ese momento llegó a la puerta de entrada de la revista y no tuvo tiempo de analizarlo. Entró en la sala de reuniones y vio que Nico estaba leyendo The Scope. Nicolás Vázquez era un hombre de unos cuarenta años, excéntrico, brillante y quizá lo más parecido que tenía Peter a un ángel de la guarda.

—¿Piensas entrar o vas a quedarte ahí pasmado? —preguntó Nicolás frunciendo el ceño.

—Lo siento. —Peter tuvo que hacer un esfuerzo para no sonrojarse. Tenía que hablar con Lali esa misma noche—. ¿Es ésa la revista?

La misma. —Nicolás se frotó la cara con las manos—. Están los dos artículos que íbamos a publicar esta semana. Míralo tú mismo. —Le ofreció la revista.
Peter le echó un vistazo y, pasados unos minutos, la tiró encima de la mesa.

Tienes razón. ¿Qué vamos a hacer?

—Varias cosas. Primero, vamos a averiguar quién demonios nos ha robado esos textos, y segundo, tenemos que encontrar el modo de publicar el ejemplar de esta semana sin ellos. ¿Tienes alguna idea?

Sobre quién ha robado los artículos, no, pero creo que sé cómo podemos publicar el ejemplar del miércoles sin problema. Hay un par de piezas que descarté en números anteriores y que podríamos utilizar en éste.

—Perfecto.

—¿Y sobre el robo? —Peter aún no se podía creer qué alguien les hubiera robado los artículos.

—Tenemos que pensar algo. Tenemos que averiguar qué ha pasado antes de que se repita. 
Tengo la sensación de que esto no va a ser un caso aislado.

—¿Por qué lo dices?

—Porque me duele la pierna.
Peter lo miró estupefacto.

—No me mires así. Desde que me rompí la pierna, cada vez que tengo un mal presentimiento me duele. Y nunca falla.
Peter sonrió aliviado. Tal vez la pierna fallara esa vez. Nico y Peter se pasaron casi todo el día repasando los nuevos artículos y decidieron que, de momento, ellos dos serían los únicos que tendrían copias de los archivos.

—Deberíamos irnos —dijo Nico mirando el reloj—. Gime y las niñas querían ir a cenar a un restaurante y mañana tenemos un compromiso fuera de la ciudad, así que...

Tranquilo. Yo también debería irme ya. —Peter se quitó los lentes y se dispuso a apagar la computadora.

—¿Cómo van las cosas con esa chica, con la hermana de Pablo?

—Mariana.

—¿Quién?

—Mariana. La hermana de Pablo se llama Mariana.

—Ah. Bueno, pues, ¿cómo van las cosas con Mariana? —Nico empezaba a sonreír de un modo extraño. Nunca había visto a Peter ponerse tan nervioso por una simple pregunta.

—Bien. —Tomó la chaqueta, e iba a despedirse cuando Nico insistió.

—¿Sólo bien?

—Sí, bien. Normal.

Nico conocía demasiado bien a Peter como para saber que no le estaba diciendo la verdad y que, además, no tenía intención de hacerlo. Así que optó por no insistir; ya encontraría el momento adecuado para volver a intentarlo.

Me alegro. —Apagó la luz de la sala y los dos se encaminaron hacia el ascensor.
Bajaron en silencio, pensativos.

—Nos vemos el lunes. —Nico se despidió con una sonrisa.

Algo preocupaba a Peter  y estaba dispuesto a apostarse su mejor taco de billar a que era esa chica con la que tenía una relación «normal». Peter decidió regresar a su apartamento caminando. Así tenía más tiempo para pensar en lo que iba a decirle a Lali cuando la viera. No debería haberse acostado con ella. Ella era dulce, lista, divertida... perfecta. Pero no para él. Sí, tenían que olvidar lo que había pasado y ser sólo amigos. Ojalá ella pensara lo mismo. Lali vio la cara de Peter l entrar en el apartamento y supo que algo iba mal.

—Hola. ¿Han averiguado algo sobre el robo?

—No, nada. —Colgó la chaqueta y se sentó en el sofá como si no pudiera dar ni un paso más. Se lo veía muy cansado—. Lali, tenemos que hablar.

—Esa frase nunca me ha gustado.

—¿Cuál?

—«Tenemos que hablar.» Cuando la dicen mis padres significa que he hecho algo muy malo, cuando la dice Pablo, que me he metido en un problema, y cuando la dice una de las niñas, mis hermanas, que quieren pedirme dinero o ropa prestada. Y si lo dicen los gemelos, significa que ellos se han metido en un problema y quieren que yo los ayude a salir de él.

—Bueno, yo no quiero que me prestes dinero ni ninguna de tus faldas.

—Ya, pero seguro que estoy metida en un problema.
Ambos sonrieron, pero a Peter la sonrisa no le llegó a los ojos.

—¿Qué pasa? —preguntó Lali.

—Tenemos que hablar de lo de anoche.

—Esto va de mal en peor —murmuró ella sin que él la oyese.

—¿Por qué no te sientas? —Peter dio unas palmadas en el sofá y, cuando ella se sentó, continuó
: Lo de anoche no debería haber sucedido nunca. Lo de anoche, aunque fue fantástico, no debería haber sucedido nunca. Los dos habíamos bebido demasiado y perdimos la cabeza. Pero tú estás en mi casa, y yo debería haber sido capaz de controlar mis impulsos y no abusar así de tu confianza. De hecho, intenté detenerme, pero bueno, tú... Bueno, ahora eso ya no tiene importancia. Tú eres la hermana de mi mejor amigo y yo no quiero perder su amistad, ni la tuya, por nada del mundo. Creo que lo mejor que podríamos hacer es olvidarlo y pasar página, ¿no crees? Yo valoro mucho nuestra amistad —repitió.

Y yo. —Lali decidió interrumpirlo. Si de la boca de Peter salía la palabra «amigos» una vez más, iba a matarlo—. No te preocupes, ya está olvidado.

¿En serio? —Peter parecía tan aliviado que a ella le entraron ganas de abofetearlo—. Me quitas un gran peso de encima, creí que te enfadarías.

—¿Enfadarme? ¿Por qué? —Levantó las cejas para dar más credibilidad a su actuación—. ¿Por no declararme tu amor eterno tras una noche juntos? Una noche de la que apenas recuerdo nada, por cierto.

Ante ese cínico comentario, Peter retrocedió un poco. Una cosa era que ella estuviera de acuerdo con él en lo de ser sólo amigos, y otra muy distinta que no fuera capaz de acordarse de lo fantástico que había sido todo entre ellos. Porque lo había sido, ¿no?

Ya, bueno. Me alegro de que hayamos aclarado las cosas. —Peter tenía miedo de mirarla a los ojos, pero sabía que tenía que hacerlo. Sólo así lograría asegurarse de que ella no estaba fingiendo esa indiferencia—. Lali.

—¿Sí?

—Creo que lo que pasó anoche fue porque en estas últimas semanas hemos pasado demasiado tiempo juntos. Ya sabes, aquí, en el trabajo, los fines de semana. Los dos bebimos demasiado y bueno, tú estabas aquí, y yo...

Lali estaba tan estupefacta que no podía pronunciar ni una sola palabra. Cuando Peter dijo «tenemos que hablar», ya supuso que le soltaría el rollo «seamos sólo amigos», y acertó. Pero utilizar el alcohol y la proximidad física para justificar haberse acostado con ella era el colmo.
Se había imaginado que, durante el tiempo que estuviera trabajando en Londres, se enamorarían y que luego ya encontrarían la manera de continuar con su relación. Si pasados esos meses su relación se rompía, o si ambos decidían no seguir con ella, lo superaría. Le dolería, pero lo superaría. Sin embargo, ver que él ni siquiera estaba dispuesto a intentarlo, que prefería pasar página y no arriesgarse, le dolía mucho más de lo que había imaginado. Tenía ganas de gritarle, de insultarlo, de decirle que era un cobarde. Pero no hizo nada. Si él no estaba dispuesto a darle una oportunidad, su relación estaba condenada desde el principio, y ella no sabía cómo decirle que se equivocaba.

—¿Estás de acuerdo? —preguntó Peter al finalizar su discurso.

—Sí. —Lali apenas lo había escuchado.

—¿Sí?

—Claro. Seguro que tienes razón. Al fin y al cabo, así nos ahorramos problemas. Quién sabe, a lo mejor terminarías enamorándote de mí, y eso sería catastrófico. Tranquilo, estaba siendo sarcástica. Ya sé que eso es imposible. Tan imposible como que yo me enamore de ti. Vaya tontería. Mira, no te preocupes, ya está olvidado. A partir de ahora, haremos tal como tú has dicho; tú seguirás con tu vida y yo con la mía. Es eso lo que quieres, ¿no?

—Sí —respondió Peter muy inseguro.

—De acuerdo. —Lali se frotó los ojos. No estaba dispuesta a derramar ni una sola lágrima delante de él—. Me voy a dormir. Buenas noches.

—Buenas noches.
Lali cerró el libro que estaba leyendo antes de que él llegara y se dirigió hacia su habitación. Estaba ya a punto de entrar cuando oyó que Peter la llamaba.

—¿Lali?

—¿Sí?

—Mañana estaré fuera todo el día, he quedado con Nico.

Eso era mentira. Nico tenía un compromiso con su familia, y Peter más bien se pasaría todo el día en el gimnasio, o en casa de Lucas. Vio la cara de Lali y apretó los puños con fuerza para controlar las ganas que tenía de levantarse, correr hacia ella y abrazarla. Había conseguido decir todo lo que quería, y seguía creyendo que era lo mejor, pero al verla, lo único que deseaba hacer era besarla hasta que los dos perdieran el sentido. Así que decidió que debía distanciarse un poco, a ver si así conseguía recuperar su autocontrol.

—No hay problema. Yo también tengo planes.

—¿Qué planes? —no pudo evitar preguntar Peter.

—Nada en especial. He quedado con Simón para ir a pasear por Hyde Park y luego iremos a almorzar —respondió Lali mientras rezaba para que Simón estuviera libre y pudiera convertir esa mentira en verdad.

—Ah, bueno. —Peter tuvo que hacer un esfuerzo para no gritarle y decirle que no quería que fuera a pasear a Hyde Park con Simón, que ese paseo le pertenecía a él y que ella no tenía derecho a sustituir el recuerdo de ese día que ellos dos habían compartido en ese parque por uno nuevo con otro hombre. Pero no dijo nada de eso—. Espero que la pasen bien. Dile a Simón que lo veré el miércoles.

—Claro. —Lali lo miró a los ojos una vez más y luego se volvió hacia la puerta de su habitación—. Buenas noches.

Y cerró sin esperar a que él respondiera.
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@somosllaves

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