31 de julio de 2013

Capítulo dieciocho.

MARATÓN:
+10 COMENTARIOS.


Peter fue el primero en despertarse. Le dolía todo el cuerpo como si le hubieran dado una paliza, pero no había sido el dolor de la espalda lo que lo había despertado, sino notar la mano de Lali en su abdomen y sus labios en el hombro. ¿Habían dormido juntos y no se acordaba? Era imposible. Si uno de sus sueños se hacía realidad, tenía que acordarse. Además, era imposible que él hubiese podido hacer nada. Por mucho que deseara a Lali  y la deseaba mucho, estaba demasiado enfermo como para hacerle el amor. ¿O no? Iba a volverse loco. Tenía que saberlo, y el único modo era preguntárselo al duende que tenía pegado a su costado.

—Lali, despierta. —Ella se acurrucó aún más. Él estaba encantado, pero entonces notó que ella desplazaba la mano que tenía descansando en su cintura más abajo. Peligro. Si bajaba un centímetro más, notaría lo recuperado que estaba. Le cogió la mano e insistió—. Lali  despierta. Lentamente, ella abrió los ojos y se desperezó. Cuando su cerebro conectó todos los cables y se dio cuenta de dónde estaba, se despertó del todo, y se incorporó sobresaltada.

— ¿Cómo te encuentras? ¿Tienes fiebre? —Le tocó la frente, que ahora ya estaba fría—. Voy a buscarte las pastillas. —Iba a levantarse cuando Peter la detuvo.

—Estoy bien. —Le cogió la muñeca y, por algún extraño motivo, no quería soltarla—. ¿Qué haces en mi cama? —preguntó él un poco sonrojado. Lali pensó que era fantástico ver que él también podía sentir vergüenza.

— ¿No te acuerdas? —Lali se apartó el cabello de la cara. Siempre se levantaba hecha un desastre, y en ese instante Peter vio el morado que le estaba apareciendo en la mejilla izquierda.

— ¿Qué te ha pasado? —Le acarició la cara preocupado—. ¿Cómo te has hecho esto?

Al principio, Lali no sabía de qué hablaba, pero cuando notó la punzada de dolor debajo del ojo se acordó del golpe que se había dado contra la mesilla al caer.

—No es nada. Voy a la cocina a por tus medicamentos. —Él seguía sin soltarla. Había algo raro en Lali aquella mañana—. Peter, ahora vuelvo. —Se liberó de la mano que le agarraba la muñeca.

«Gracias a Dios», suspiró Lali.  Ya no podía más. Si llega a estar dos minutos más sentada en la cama con Peter mirándola con aquellos ojos y con la camisa del pijama desabrochada, se muere o se lo come a besos. Por desgracia, ninguna de las dos opciones era posible, así que tenía que recomponerse y seguir con su vida. Tardaría unos mil o dos mil años en olvidar a aquel hombre, pero lo lograría. Mientras, lo mejor que podía hacer era disfrutar de su amistad y sacar el máximo provecho de su experiencia británica. Ya lo había decidido, ahora sólo tenía que creérselo y llevarlo a la práctica. Bebió un vaso de agua y preparó otro para su enfermo, tomó las pastillas, puso su mejor cara de «sólo somos amigos» y regresó a la habitación. Cuando entró, vio que Peter se había abrochado la camisa del pijama y estaba sentado en la cama. Tenía la mirada ausente.

—¿Te sientes mal? Tienes que tomarte estas pastillas —dijo ella, acercándole el vaso de agua.

—Gracias. —Se tomó las pastillas, cerró los ojos, como si intentara pensar, y cuando volvió a abrirlos buscó con la mirada a Lali—. ¿Cómo te diste ese golpe en la mejilla?

—Me caí y me golpeé con la mesita de noche. No es nada —respondió ella sonrojada.

—Ya. Lali,  te lo preguntaré directamente, ¿te lo hice yo? No sé qué me pasa, no puedo acordarme de nada. —Peter estaba nervioso y no dejaba de tocarse el pelo—. Lo último que recuerdo es que te pedí que llevaras los artículos a Nico, ¿lo hiciste? Vaya tontería, seguro que sí. Esto ya me pasó una vez de pequeño, la fiebre se me disparó y... no sé, mi abuela dice que no paré de hablar, pero yo nunca logré acordarme de nada. Lali,  por favor, dime si te lo hice yo antes de que me vuelva loco. —La miró directamente, esperando la respuesta.

—Claro que no, tú eres incapaz de hacerle daño a nadie.

Estaba tan preocupado que Lali decidió no contarle nada de sus pesadillas. Ya encontraría la manera de ayudarlo más tarde.

—Ya sabes que soy torpe; tropecé al salir de la habitación con las luces apagadas. No te preocupes, ahora lo más importante es que te pongas bien. Anoche estabas ardiendo de fiebre, casi me muero del susto, por eso me quedé aquí. —Lali no podía dejar de tocarle la frente, necesitaba saber que ya estaba bien, y a Peter parecía no importarle—. Ahora descansa, yo voy a ducharme para ir a trabajar y, antes de que lo intentes, no, tú no vas a ir a trabajar, te vas a quedar aquí recuperándote, ¿de acuerdo?

Dicho esto, se levantó y le acarició el pelo por última vez.

—De acuerdo. —Peter la miraba hipnotizado. Realmente era preciosa. ¿Cómo había sido capaz de estar tantos días sin apenas verla y sin tocarla? Debía de estar loco. No había escuchado nada de lo que le había dicho, sólo estaba concentrado en que no paraba de acariciarlo, le tocaba la frente, el pelo, como si no pudiera evitarlo. Cuando ella se levantó de la cama, reaccionó y le tomó la mano—. Lali, gracias por cuidarme. —Le besó el interior de la muñeca.

—De nada. —Y salió ruborizada de la habitación.

A partir de ese momento, la relación entre Lali y Peter cambió; dejaron de evitarse y volvieron a pasar más ratos juntos. Lali había perdido la oportunidad de alquilar el apartamento, pero ahora que las cosas volvían a estar bien, estaba encantada de que hubiera sido así. Peter tuvo que quedarse en cama un par de días, pero al empezar la semana siguiente volvió a incorporarse a la revista como si nada hubiera pasado. Seguía muy preocupado por los robos de los artículos, pero ya no utilizaba el trabajo como excusa para llegar tarde a su casa. Le encantaba cenar con Lali, hablar con ella, contarle cómo le había ido el día y que ella le contara sus aventuras. Le encantaba oírla hablar de la nueva tienda que había descubierto, del último chisme que su hermana le había contado o, sencillamente, mirar la tele con ella. El único problema era que cada día tenía más ganas de tocarla, y debía hacer esfuerzos para recordarse que él no era el hombre que ella necesitaba. Lali era dulce, romántica y se merecía un hombre capaz de amarla con locura. Y si algo había aprendido de su padre, era que él nunca iba a amar de ese modo. Con lo que tenía resuelto; Lali y él sólo serían amigos.

11 comentarios:

  1. EL ES ESE HOMBRE! la ama con locura, justamente por eso no se cree bueno para ella tiene que darse cuenta!

    espero mas noveeee me encanta!

    besos

    ResponderEliminar
  2. Totalmente de acuerdo con Inma, El es el hombre perfecto para ella y espero que se de cuenta :)
    espero el siguiente capitulo!! :D
    besos

    ResponderEliminar
  3. Me encanta!! mas nove ;)

    ResponderEliminar
  4. La amas! Porque no se da cuenta que puede ser bueno para ella, q es a quien ella quieree!

    ResponderEliminar
  5. subí otro cap por fa :D

    ResponderEliminar
  6. la ama con locura, no nos dejes asiii, mas nove :)
    besos
    Cristina

    ResponderEliminar