2 de mayo de 2013

Capítulo treinta y cuatro.

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+20 FIRMAS.



Cuando me desperté por la mañana eran más de las diez, me tocaba hacer las tareas de Candela a las 12:30, sería una venganza. Hice un desayuno rápido antes de ir arriba y guardar mi ropa y el maquillaje para la cena de esa noche y un cambio de ropa para el día siguiente. «Accidentalmente» se me olvidó meter pijamas para esa noche, me gustaría mucho más dormir con una camiseta de Peter en su lugar. Dejé mis cosas en mi habitación y me metí en mi voluminosa chaqueta para conseguir ocultar allí mis cosas para que no fueran vistas. Ya estaba preparada para ir a casa de Candela. Cuando llegué a la dirección que me había dado, abrí la boca y miré la gran casa blanca en frente de mí.

Bueno, me alegra que hayas venido con ropa vieja, hoy te ensuciarás —dijo ella, sonriendo mientras me hacía un gesto con la mano para que entrara.

Entonces, ¿qué es lo que tengo que hacer exactamente? —le pregunté, rogando para que fueran las cosas que ya me había dicho que iban a ser.

Ella sonrió maliciosamente. —Tienes que pulir algunos de mis zapatos. Tienes que planchar mi ropa y mi coche es un desastre, tienes que limpiar el interior y el exterior. Después de haber hecho todo eso, puedes limpiar el estiércol de los caballos, en el establo. 

Asentí, tratando de parecer molesta, cuando en realidad esperaba dos de esos trabajos. Todo iba a la perfección. Empecé limpiando sus  zapatos. Me reí cuando ella salió de la habitación y metí la mano en mi bolsillo interior y saqué el pequeño paquete de polvos pica-pica que Vic y yo habíamos comprado la noche anterior. Rocié todos los zapatos, tomé una foto con mi teléfono de cómo lo hice y se lo envié a Vic, sabiendo que iba reventar de la risa. Los sacudí para que no fuese evidente y luego volví a pulir todos ellos, con una sonrisa enorme en la cara. Venganza número uno, completa. Cuando todos estuvieron brillantes, me dirigí hacia la habitación de planchado. Cuando terminé con el planchado en realidad estaba muy orgullosa por el hecho de que hubiera dejado manchitas marrones de la plancha en la parte posterior de su ropa. En realidad no quería dañar nada, sabía que iba a terminar pagando por ello si lo hiciera, así que era extremadamente cuidadosa. Llevé la ropa de vuelta a la cocina y la encontré allí sentada sin dejar de mirar The Hills.

¿Quieres que cuelgue esto en tu armario? —me ofrecí, levantando una ceja, tratando de parecer inocente. En realidad, quería encontrar su cuarto de baño.Ella asintió y salió, otra vez sin hablar. La seguí por las escaleras, a un dormitorio enorme.

Agradable habitación —murmuré, sonriendo. Tenía ganas de hacer una foto de esta habitación para poder mostrársela a Vic. Él se mearía de risa.

Ponla ahí. Utiliza las perchas de madera, no las de metal —ordenó, con el ceño fruncido, disgustada. Hice una pequeña reverencia y me dirigí hacia allí, vi su cuarto de baño privado.

¿Te importa si uso el baño? Realmente necesito hacer pis —mentí, mirándola esperanzada. Ella frunció el ceño, pero asintió. Contuve la risa que intentaba escapar y me dirigí hacia allí. Fui directamente a su armario y saqué su champú y acondicionador, echando un poco por el desagüe para dejar un poco de espacio en la botella. Entonces saqué el tinte para el cabello marrón que había comprado la noche anterior. Vertí un poco en cada botella y le di una sacudida vigorosa para mezclarlo con su champú. Venganza número dos, completa. Ahora sólo tengo que poner mis manos en su coche. Cuando salí de la habitación ya no estaba allí. Vi su teléfono a un lado, me quedé sin aliento con la emoción. Marqué el número de teléfono de Candela, a continuación, lo puse de nuevo donde lo encontré. Brevemente preguntándome cuánto tiempo estaría conectado a la línea, con suerte lo suficiente para que ella tuviera que pagar a sus padres los doscientos dólares, la misma cantidad que nos había sacado ya. Lo último en mi lista era su coche. Podía sentir el paquete en el bolsillo de mi chaqueta y me estremecí pensando en ello, tocándolo. Tendría que asegurarme de meterla en la lavadora tan pronto como llegara a casa.
Cuando terminé finalmente de limpiar su coche, saqué la fiambrera de mi bolsillo y me meé de la risa. Agarré la cinta adhesiva que traje conmigo y corté un par de tiras y luego procedí a sujetar con ellas un gran trozo de carne cruda en el interior de su salpicadero. Le llevaría un tiempo echarse a perder, pero ella no tendría idea de que estaba ahí y conduciría durante años preguntándose de dónde venía el pútrido olor. ¡La venganza número tres estaba completa!
Cuando terminé, me entregó sus tareas de inglés, historia y biología que tenían que estar terminadas para el lunes por la mañana y me instruyó nuevamente con que nada más bajo que una B.

****
—¿Estás seguro que estoy bien? —le pregunté por centésima vez. Acabábamos de llegar al restaurante y apenas podía siquiera permanecer parada porque sentía que mis rodillas estaban temblando por los nervios. Peter sonrió y sacudió la cabeza, obviamente entretenido por mis payasadas.Tomó mi mano y alejó mi cabello meticulosamente rizado por encima de mi hombro, sus dedos rozaron mi piel e hicieron que se me pusiera la piel de gallina. 

Estoy con la chica más hermosa de todo el restaurante —susurró y me besó suavemente. 

Sonreí. —Bueno, ¿crees que puedes dejarme en casa antes de que te pongas a hacerlo con ella? Después de todo vine contigo —bromeé, mientras estiraba mi vestido negro una vez más en un intento de calmar los nervios. Se rió y pasó una mano alrededor de mi cintura. 

Si te sientes incómoda en algún punto y quieres irte, entonces deberíamos tener alguna clase de palabra secreta o algo para poder escapar —sugirió pensativo. 

Como, ¿erizo o renacuajo? —sugerí y me reí por lo tonto que estaba siendo. 

Renacuajo, me gusta, usaremos esa —estuvo de acuerdo, obviamente porque pensó que yo hablaba en serio. Me reí más fuerte mientras él me guiaba hacia la puerta principal del restaurante. Mi sonrisa se desvaneció cuando los vi a todos parados en la barra, claramente estaban esperándonos, dado que estaban todos juntos. 

Oh mierda —murmuré entre dientes. 

Relájate, preciosa, estarás bien y ellos te querrán tanto como yo. Maldita sea, mi madre ya te adora. —Me dio un pequeño apretón mientras nos acercábamos a su familia. Estampé una sonrisa en mi rostro y esperé que cubriera los nervios que estaba destinada a tener inconscientemente. Tan pronto como llegamos al grupo, Vic dio un paso al frente y le dio a Peter un manotazo en la parte posterior de la cabeza. 

¿Cuántas veces tengo que decirte que le quites las manos de encima a mi novia? —lo regañó. 
Miré a Vic y rompí a reír. Peter, por otro lado, no se rió. Tenía la sensación de que él no iba a disfrutar de la noche en absoluto. Peter se volteó y me miró a los ojos. 

¿Renacuajo? —me preguntó, casi suplicándome. Rompí en un ataque de risitas. Peter rió también y presionó su frente contra la mía, su brazo apretó más fuerte mi cintura. Miré hacia sus padres, sonreí apenada, pero ellos eran todo sonrisas, Gimena, su madre, nos estaba mirando como si fuéramos la cosa más linda. Peter suspiró y se alejó. 

Chicos, ella es mi novia, Lali. Lali, esta es mi loca familia. ¿Sabes sus nombres, no? —preguntó.

Asentí y sonreí, estirando educadamente mi mano. —Claro, es bueno verlos otra vez. 

Me alegra mucho que pudieras venir, Lali. Hemos estado atormentando a Peter para que te trajera a casa, pero insiste en guardarte toda para él —dijo, mostrando un enfado de broma. 
Vic agarró mi mano, me acercó a él y se inclinó un poco para susurrarme al oído. 

¿Cómo te fue con las cosas que planeamos hoy? —preguntó, obviamente quería saber lo que pasó con Candela pero estaba tratando de ser sutil por su familia. 

Sonreí. —Justo como lo planeamos —le dije, asintiendo alegremente. Levantó el puño en alto, claramente porque quería hacer uno de esos cursis golpes de puños que hacía con su hermano. Bajé la mirada para ver su mano y levanté una ceja—. Crece, Vic. Ustedes los Lanzani son tan inmaduros... —afirmé, sacudiendo mi cabeza con fingida desaprobación. Él sonrió y tomó mi mano, formó con ella un puño y lo chocó contra el suyo. Cuando llegamos a nuestra mesa, Peter corrió mi silla para que me sentara, como el increíble novio que era. Él sonrió y cerró la distancia entre nosotros con un suave beso, colocó su mano en la parte de atrás de mi cabeza para que no pudiera alejarme. 

—Sabéis, pagaría por ver eso si no fueras mi hermano, Peter —afirmó, y todos se rieron, provocando que me sonrojara aún más. Peter se retiró a penas, su mano todavía estaba en la parte posterior de mi cabeza mientras me miraba a los ojos, una sonrisa asomaba en los extremos de su boca. 

Me encanta salir contigo y presumir —me susurró. 

Tan pronto como intercambiamos abrazos de despedida con todos y prometimos pasarnos por la casa de sus padres el próximo domingo para una cena familiar, finalmente nos fuimos a su apartamento. No podía esperar para tener simplemente sus brazos a mi alrededor; sentía como si hubiera pasado mucho tiempo.

Entonces, ¿cómo lo hice? —pregunté, haciendo una mueca nerviosamente, mientras esperaba su reacción. Él sonrió, tomó mi mano mientras conducía, la llevó hacia su regazo, nuestros dedos estaban entrelazados.

Estuviste genial, preciosa. Te adoran —me aseguró. Me mordí el labio y me hundí en el asiento, incapaz de mantener la sonrisa de satisfacción fuera de mi rostro.

No puedo creer que no les importara nada, así como así. ¿Cómo pueden aprobarme, sabiendo que tengo diecisiete y soy tu estudiante? —pregunté, sacudiendo mi cabeza asombrándome de ellos. Él sonrió y se encogió de hombros.

Ellos sólo me quieren feliz, y tú... —levantó mi mano hasta su boca y besó el dorso suavemente—. Tú me haces muy feliz.

Tú me haces muy feliz también —confirmé, sonriendo abiertamente como una idiota.
Cuando llegamos a su apartamento lo noté un poco tenso.  Él me sonrió y presionó sus labios a los míos mientras que deslizaba su llave en la cerradura, se retiró y puso su frente en la mía.

Te amo —susurró él, frotando su nariz contra la mía en un besito esquimal.

Te amo también —respondí inmediatamente. Sonrió abiertamente y se apartó, tomando mi mano y entramos en su apartamento, cerrando la puerta detrás de nosotros. Miré mientras cerraba la puerta con llave, encerrándome dentro del apartamento para variar. Amé el sonido del clic. Aquel sonido señalaba que yo me quedaba aquí para pasar la noche.

¿Quieres algo de beber? Podríamos poner una película, son sólo las diez y media —sugirió él, mirando en su reloj. Agité mi cabeza y me acerqué a él, deslizando mis brazos alrededor de su cuello.

Sólo quiero ir acostarme contigo. 


—¿Aunque sea sólo para abrazarnos, verdad? —dijo él inclinándose para mirar mis ojos. Asentí. Yo conocía las reglas, respetaba las reglas, sólo que no me gustaban.

Sólo quiero que me abraces, eso es todo —confirmé. Sonrió y pasó sus manos por mis brazos, cuando llegó a mis manos entrelazó nuestros dedos y anduvo de espaldas hacia su dormitorio, llevándome junto con él. Cuando llegamos a su dormitorio, él recogió la bolsa que había traído conmigo antes, la puso en la cama por mí. Me dirigí a ella y la abrí, sabiendo que no había metido nada para dormir.

¡Uy, olvidé traer el pijama! —grité, frunciendo el ceño teatralmente mientras que disimulaba buscaba en mi bolso.

Él suspiró. —A propósito, seguro. —Me miró a sabiendas y reí con aire de culpabilidad mientras me encogí de hombros. Sonrió—. Parece que esta noche dormirás desnuda —bromeó. Sus ojos barrieron mi cuerpo de arriba a abajo, despacio, como si lo estuviera imaginando o algo así.

¿En serio? —pregunté, mirándole con excitación.

Él rió. —Tú realmente eres una pervertida. No, preciosa, estaba bromeando. La última vez comprobé que todavía eras menor de edad —se burló, guiñándome mientras se quitaba la camisa con botones azules, sacándola sobre su cabeza y lanzándomela—. Duerme con esto. —Sonreí agradecidamente y mordí mi labio cuando lo observé. Su cuerpo me hizo la boca agua y a mis rodillas temblar. Moví mis manos hacia la espalda de mi vestido, estaba justo apunto de desabrocharlo para poderme cambiar, cuando él gruñó.

Te puedes cambiar en el baño —masculló, señalando con la cabeza la puerta. Puse mala cara cuando me dirigí al cuarto de baño.Me quité el vestido y el sujetador, dejándome las bragas, me coloqué su camisa sobre mi cabeza.

Cuando salí del cuarto de baño, Peter gruñó. —Olvidé lo sexy que te ves con mi ropa —él casi rugió. Dirigí rápidamente mis ojos a él. Estaba en la cama, con su pecho desnudo. Las sabanas cubriendo sólo encima de su ombligo. Sostuve mi aliento, tratando de esconder mi deseo por él mientras caminaba al otro lado de la cama y subía despacio, sólo preguntándome si yo sería capaz de detenerme, de pedir un poco de atención física.  Él sonrió, sus ojos barrieron mi cuerpo mientras yo hacía lo mismo con él.
Ven conmigo entonces, preciosa —ronroneó de modo seductor. Tragué aire y me escabullí sobre él mientras que él rodaba de lado y pasaba un brazo bajo mi cuello. Me moví imposiblemente más cerca, poniendo mi cabeza en su hombro, inclinando mi cara para así poder mirar los ojos del hombre del cual estaba enamorada. Coloqué una pierna entre las suyas, enredándonos juntos íntimamente. Su nariz acariciaba contra la mía despacio, sus ojos miraban directo a los míos.Su otra mano se deslizó hacia abajo por mi espalda despacio, hacia mi trasero, empujándome aún más cerca de él.


No sabes cuánto he extrañado tenerte en mi cama —susurró él, salpicando besitos desde el borde de mi boca, a través de mi mejilla hacia mi oído.Viendo que él me tocaba un poco, asumí que me permitiría tocarle. Incliné mi cabeza y besé la parte superior de su pecho mientras arrastraba mis dedos sobre su piel, siguiendo las líneas de sus músculos, adorando las protuberancias con las yemas de mis dedos. Sus manos vagaban por mi cuerpo también. Jadeé cuando la que estaba en mi trasero se deslizó bajo su camisa, la que yo usaba y sentí el cosquilleó en la piel de mi barriga, sus dedos se introdujeron en el agujero de mi ombligo.

Peter, creí que había una regla sobre la ropa —mascullé, odiándome por decir las palabras. Él suspiró y retiró su rostro, sus ojos se posaron en los míos.

No puedo hacerlo, preciosa. Yo sólo… sólo necesito verte, tocarte —susurró él, mirándome como pidiendo mi permiso. Me abrazó y se tumbó sobre su espalda echándome encima de él, sin romper ni una vez el beso. Cuando sus manos comenzaron con los botones de mi camisa de repente fui plenamente consciente de que si él me la quitaba, yo no tendría nada debajo más que mis bragas de encaje.


Peter, no tengo nada debajo de esto. —Jadeé cuando me beso el cuello.

Bien —refunfuñó, tirando más enérgicamente de los botones. Sacó la camisa de mis hombros despacio. Nos hizo volver a rodar y entonces quedé abajo de él otra vez, luego se levantó para sentarse a horcajadas sobre mis caderas. Brevemente entré en pánico de que hubiera cambiado de opinión, que él fuera a insistir que nos detuviéramos o sugerir que él durmiera en el sofá o algo así. Pero no lo hizo. En cambio, sus ojos vagaron despacio por mi cuerpo, desde mi cabeza, hacia abajo por mi cuello, deteniéndose en mis pechos antes de llegar a mi estómago, luego hacia arriba de regreso, tan despacio, hasta que se encontraron con los míos. Bajó de nuevo, sus antebrazos a ambos lados de mi cabeza, soportando la mayor parte de su peso. Me miró directamente a los ojos.


Eres tan hermosa, tan preciosa. A veces no entiendo lo que ves en mí, pero me alegro de que veas lo que sea que sea —susurró él. Su aliento sopló a través de mis labios, haciéndolos abrirse inconscientemente—. Nuevas reglas. La piel está permitida, bragas y calzoncillos se quedan, manos y boca tienen rienda suelta. ¿De acuerdo? —preguntó, mirándome con esperanza.

¡De acuerdo, definitivamente de acuerdo! —Acepté quizá demasiado rápido.

Él rió, retirándome suavemente el pelo de la cara—. Tú sólo quieres mi cuerpo —bromeó él, cambiando su postura, haciendo que nos rozáramos en sitios íntimos. Hacía tanto tiempo de eso que casi me pregunté si era un sueño, tal vez estaba teniendo un sueño caliente con él otra vez... si así fuera, no quería despertarme.
Sonreí abiertamente y negué con la cabeza.

—Eso no es verdad. También te quiero porque me compras Lucky charms para el desayuno —bromeé. Se echó a reír y asintió, presionando sus labios a los míos, eficazmente terminando la conversación.






28 comentarios:

  1. Oooo x fin hahah no nos dejes así quiero más

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  2. Me voy a quedar ciega. La empecé hoy y la leí toda de una vez!!! Y NECESITO más!!!

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  3. apaaaaaaa nuevas reglas jajajaja aguantaron poquito jajaja en realidad es normal, no llego a entender a Peter ya estuvieron juntos! es que el temita de la edad no comparto la misma idea que el, ella quiere estar con el. Iahual es como el piensa y ella lo respeta, seguramente cuando llegue el momento valdra la pena tanta espera.

    espero mas noveee besos

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  4. Nuevas reglas,jajajaja dentro d poco tambien desapareceran solo les queda una prenda a cada uno.Y manos y boca tienen rienda suelta.......todo lo k pueden llegar a hacer,sin necesidad d penetracion

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  5. Muero x saber d toditas las venganzas k tramaron Vico y Lali.

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  6. nove por favorrrr
    nove por favorrrr
    nove por favorrrr
    nove por favorrrr
    nove por favorrrr
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  7. jajaj Peter no puede resistirse :P jajajaj
    Espero mas
    Besos

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