17 de mayo de 2013

Capítulo tres.




CHICAAAS, LA NOVE SE VUELVE LALITER. Quedamos así:
Julia Vetrano para a ser Lali Espósito.
Iván Lanzani pasa a ser Peter Lanzani.
Marcos Vetrano pasa a ser Pablo Espósito. 

Que la disfruten. Y lo siento, he tenido muchos examenes.
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Lali se despertó desorientada. Londres. Peter.
Abrió la maleta y rebuscó entre su ropa hasta encontrar el estuche; agarró lo que necesitaba y se dirigió al baño. Cuando abrió la puerta, se despertó de golpe.

Buenos días. ¿Has dormido bien?
Peter estaba de pie delante del espejo, afeitándose, recién duchado. Llevaba únicamente una toalla atada a la cintura. Por la mente de Lali empezaron a desfilar imágenes de anuncios de colonias, de 9 semanas y media y de Dirty Dancing. Tenía que contestar algo, pero con aquellas gotas de agua que resbalaban por la espalda de Iván reclamando su atención no tenía ni idea de lo que él le había preguntado. Ante la duda, optó por lo seguro, no contestar nada.

Buenos días. Iba a ducharme. Volveré más tarde —dijo ella dándose ya media vuelta.

No te preocupes, yo ya me iba. Pasa. Entra y dúchate tranquila mientras yo preparo el desayuno. ¿De acuerdo?

Iván se echó agua en la cara, cerró el grifo y salió sin esperar a que Lali le contestara.
«Lali, tienes que serenarte —pensó ella para sí misma—. Tus hermanas tienen razón, hace demasiado tiempo que no sales con chicos; basta con que veas a uno medio desnudo para que no sepas ni caminar. Claro está que el espécimen que tienes delante es extraordinario. Menuda espalda, eso debería estar prohibido. En fin, lo mejor que puedes hacer es ducharte.»
Mientras seguía aleccionándose a media voz, se fue desnudando, y sólo calló para abrir el agua. Tenía que hacer un esfuerzo y tratar a Iván como si fuera su hermano. Lo conocía desde pequeña y ahora ya no era una adolescente; era perfectamente capaz de controlar la atracción que sentía por él. Tampoco había para tanto, seguro que durante aquellos meses conocería a alguien y ella y Iván sólo serían amigos.

Iván se vistió, ¿estaba hablando sola? Sonrió. Según Marcos, Lali solía hacerlo a menudo. Aún se acordaba de un día de verano en que la oyó sermonearse durante horas por haber comido demasiado helado. Ante el recuerdo, sus labios esbozaron una sonrisa, y se dirigió hacia la cocina. Buscó la tetera, dos tazas y preparó unas tostadas; debería tener naranjas, pero estaba convencido de que en algún lugar había zumo, así que empezó a abrir los armarios de la cocina. Como era sábado y no tenían que trabajar, Iván pensó que podrían aprovechar el día para que Lali conociera un poco la zona o, si ella lo prefería, podían ir a Bath, a visitar a su abuela, y quedarse allí hasta el domingo. Sí, ése era un buen plan, llamaría a Nana en seguida. Se dio la vuelta tan rápido que chocó de frente con su invitada.

Lo siento, no te había visto.

No pasa nada. —Aún un poco nerviosa, se puso las manos en los bolsillos—. ¿Has preparado el desayuno?

Ahora que se había vestido, ya se veía capacitada para hablar con él. Se había duchado en un tiempo récord, y se había puesto sus vaqueros favoritos y un jersey ajustado negro. Se había secado el pelo y pintado un poco; si tenía que ir a la guerra, tenía que equiparse, ¿no? Lo único que desestimó antes de salir de la habitación fueron las botas, no quería parecer demasiado arreglada, así que optó por dejarse puestas las zapatillas.

Iván, ¿quieres que te ayude? —Vio que él se movía por la cocina como si buscara algo.

Lo siento, estoy buscando mi celular, ¿dónde lo habré dejado? —contestó él levantando los cojines del sofá, desplazando así la búsqueda hacia la sala de estar.

Está aquí, junto a la tostadora. —Lali lo tomó y se lo entregó ante el asombro de su dueño.

—Gracias, debí dejarlo ahí cuando preparaba el desayuno. — Peter no estaba acostumbrado a olvidar dónde dejaba las cosas, siempre sabía dónde estaba todo y nunca era desordenado.
Pero esa mañana no era él mismo; no había logrado recuperarse de la visita de Lali al cuarto de baño. No sabía si ella se había dado cuenta, pero ver cómo sus ojos le recorrían la espalda le había provocado una reacción más que evidente y, al contar sólo con la protección de una toalla, había decidido salir de allí corriendo. No lograba identificar qué era lo que tanto lo atraía de ella, pero sabía que no iba a hacer nada al respecto. Llamaría a Victorio, saldrían y así Lali podría conocer a más gente y ya no dependería tanto de él. Con lo simpática que era, seguro que pronto tendría muchos más amigos que él.

—¿Has dormido bien? —le preguntó en un intento de recuperar cierta normalidad—. Eres la primera persona que duerme en esa cama —añadió, antes de dar un mordisco a su tostada.

Bien, muy bien, la verdad es que estaba muy cansada. Gracias. ¿Y tú?

Muy bien, gracias. —Bebió un poco de té—. ¿Qué te apetece hacer hoy? —Al ver que ella levantaba las cejas le planteó las dos posibilidades—.  La verdad es que había pensado que podríamos ir a Bath y pasar allí el fin de semana. Al fin y al cabo, en los próximos seis meses tienes tiempo de sobra para conocer todos los rincones de la ciudad... y a mí me apetece visitar a mi abuela. Así pues, ¿qué te parece?

Me parece una gran idea, pero ¿seguro que a tu abuela no le molestará?

Seguro. Cuando conozcas a Nana te darás cuenta de que le encanta tener gente en su casa. Así que toma tu pijama y el cepillo de dientes mientras yo la llamo para avisarla. —Dicho esto, se levantó y tomó el teléfono.

Lali se fue a la habitación a preparar una pequeña bolsa para el fin de semana. Por suerte, había traído una mochila. Una vez la hubo localizado la abrió y guardó en su interior una pijama, un estuche con las cosas básicas, una muda para el domingo y una camisa más atrevida por si esa noche iban a cenar a algún sitio. Cuando salió, Peter la estaba esperando sentado en el sofá.

He hablado con Nana y está impaciente por conocerte. ¿Estás lista? —preguntó, señalando la mochila. Llevaban ya casi una hora de viaje cuando sonó el teléfono; él respondió con el manos libres del coche.

¿Peter? Soy Pablo, ¿me oyes?

Sí, claro que te oigo, estás gritando.

¡Hola, Pablo!

¿pequeña? ¿Qué haces en el teléfono de Peter?

Es un manos libres, Pablo. Tú deberías saberlo —respondió Peter  serio ante el tono amenazante de su «mejor» amigo.

Claro. ¿Y adonde llevas a mi hermana preferida?

A conocer a Nana. ¿Te parece bien?

Así que llevas a Lali a Bath. ¿Vas a pasar allí todo el fin de semana? ¿Has vuelto a ver a Euge, eh, campeón?

Pablo, ¿te recuerdo lo que significa «manos libres»?Peter empezaba a ponerse nervioso y Lali miraba el paisaje con el ceño fruncido, sin decir ni una palabra—. En respuesta a tus preguntas, «señor chisme», hace meses que no veo a Euge —añadió, más para que lo oyera su indignada copiloto que Pablo  Al otro lado de la línea, y del mar, Pablo respondió enigmático:

Me alegro. Bueno, los dejo. Procura que Lali no se meta en líos, ¿de acuerdo? Lali, llámame. Ya sabes que me preocupas.
Entonces Lali, con los ojos llenos de lágrimas que no quería derramar, respondió:

Ya, bueno, no te preocupes. Te llamaré, lo prometo. Y tú cuídate, ¿de acuerdo?

De acuerdo. Adiós. Dale saludos a Nana de mi parte.
Entonces colgó, y a Lali empezaron a resbalarle las lágrimas que había contenido. Notó cómo los dedos de Peter recogían esas lágrimas traidoras.

No llores.
Lali dejó de mirar el paisaje y se volvió. La mano de Peter se deslizó entonces desde su mejilla hasta su cuello, bajó por su brazo, le cogió la mano, se la acercó a los labios y le besó suavemente todos los nudillos. Cuando acabó, devolvió la mano a su estupefacta dueña, y añadió. —¿Mejor?
Lali carraspeó, se volvió otra vez hacia el paisaje y, cuando encontró su voz, respondió:
Peter conducía con la mirada fija en la carretera, totalmente concentrado en la conducción, pues eso era lo único que se le ocurría para controlar las ganas de parar el coche y abrazar a Lali. 

¿Vas a menudo a ver a tu abuela?

No, la verdad es que no; intento ir siempre que puedo, pero... supongo que no es muy a menudo. Siempre pienso que tendré tiempo más adelante, y eso, por desgracia, casi nunca es así. —Peter se quedó pensativo, como si tuviera miedo de acabar la frase.

¿Lo dices por tu padre? Pablo me contó lo de su muerte. Lo siento. —Lali volvió la cabeza para intentar ver la reacción de Peter.

Gracias. Hace ya mucho tiempo, no merece la pena que te preocupes por eso. Peter soltó el aliento—. No, no lo decía por mi padre o, bueno, quizá sí. —Carraspeó incómodo—. Bien, ya estamos llegando. Si miras a tu izquierda, creo que podrás ver la abadía, al lado están las termas romanas. Si Nana nos deja, tal vez podríamos ir a visitarlas por la tarde.

Con esta información turística dio por concluida la conversación, pero durante un segundo, Lali notó que a Peter le dolía hablar sobre su padre... y también se dio cuenta de que quería consolarlo, abrazarlo, hacerlo sonreír. Pero lo peor de todo fue que sintió que el corazón le daba un vuelco y que los búfalos de su estómago volvían a descontrolarse.

—Esta bien. Me gustaría ir, si no es problema.

Peter se estacionó, paró el motor y bajó a abrir la puerta de su acompañante.
La casa de Nana era uno de esos cottage de postal, estaba rebosante de flores de temporada, tenía dos pisos y una entrada preciosa, con un pequeño jardín lleno de rosales y de trastos de jardinería, y allí, arrodillada entre las plantas, estaba ella. Nana, Esperanza Bedoya, era una mujer de unos ochenta años, con una cabellera blanca que se le escapaba del pañuelo más excéntrico que Lali había visto jamás. 

Peter la abrazó cariñosamente y la levantó de entre los rosales.

¡Juan Pedro! No seas bruto, devuélveme al suelo. Así, mucho mejor. Ahora dame un beso.

—¿Se puede saber qué hacías ahí arrodillada? ¿No recuerdas lo que te dijo el médico sobre tu artrosis? Peter intentaba intimidar sin éxito a Nana, que se volvió para recoger sus utensilios de jardinería para cortar una rosa—. Y ahora, ¿qué estas haciendo? Peter empezaba a impacientarse.

Lo que estoy haciendo ahora, señor maleducado, es cortar una rosa para dársela a tu amiga, a quien todavía no has tenido la delicadeza de presentarme.

Al verse introducida en la conversación Lali se ruborizó por completo en un tiempo récord y se presentó a sí misma:

Lo siento, señora Bedoya, soy Mariana Martinez. Encantada de conocerla, tiene un jardín precioso. —Alargó la mano para saludarla.
Ante este gesto, Nana sonrió y abrazó sin ningún preámbulo a Lali. Cuando la soltó, le dio la rosa y la cogió del brazo, encaminándose con ella hacia la casa.

Dentro de la casa el ambiente era aún más acogedor que en el jardín. En la pared principal del salón había una preciosa de una mujer tumbada en la hierba, con un niño durmiendo a su lado; Lali estaba hipnotizada mirándola cuando notó una mano en su espalda.

Soy yo. Yo con Nana.Peter le habló tan cerca que pudo notar cómo su aliento le rozaba la piel del cuello y empezó a temblar. Se dio media vuelta tan rápido que tropezó con el pecho de él.

Perdón —susurró apartándose. Si quería mantener una conversación coherente, tenía que estar lejos de él—. Es una fotografía increíble. Tu abuela está preciosa y tú estás tan dulce que te comería a besos. —Al ver la cara de Peter, Lali se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta—. Quiero decir, que te comería a besos como a un niño pequeño, no que... bueno, ya me entiendes.
Estaba tan avergonzada que Peter sonrió y le respondió:
Tranquila, lo entiendo. Ya sé que ahora no me comerías a besos.
«Aunque yo a ti sí», pensó él.

¡Besos! Chicos, los dejo solos unos minutos y los encuentro hablando de besos.
Nana entró en el salón cargada con una bandeja en la que había una tetera, tres tazas y un pastel de limón. Lali la ayudó, y aceptó luego la taza de té que le sirvió la anciana.

Gracias, señora Bedoya. Tiene usted una casa preciosa.

De nada, pero llámame Nana. Cuando oigo señora Bedoya, tengo la sensación de que mi suegra va a aparecer en cualquier momento. La vieja bruja... Espero que esté en el cielo, pero a mí me hizo la vida bastante difícil, y me da terror pensar que alguien nos pueda confundir. Así que Nana está bien, ¿de acuerdo? Bueno, así que has venido a trabajar a Inglaterra. Y ¿dónde vives? ¿Desde cuándo conoces a mi nieto? ¿Cuánto tiempo vas a quedarte?

¡Nana!, no seas chismosa, si no, no vendré más —respondió Peter antes de que Lali pudiera abrir la boca.

Lo siento, pero no deberías enojarte, tesoro, sólo lo pregunto porque me interesa. Es la primera vez que me presentas a una chica normal, y la verdad es que estoy muy intrigada.
Ante la astuta respuesta de Nana, Peter se sonrojó y empezó a recoger las tazas.

¿Has terminado ya con el té, Lali  —le preguntó a la vez que le cogía la taza y el plato y se levantaba para llevarlo todo a la cocina—. Nana, recojo los trastos y nos vamos. Si quieres acabar con el tercer grado, te quedan cinco minutos. Quiero enseñarle a Lali las termas y luego, si te portas bien, iremos los tres a cenar —dijo, levantando una ceja hacia su abuela, que parecía imperturbable, y se fue.

Bueno, al fin solas. —Nana sonrió y añadió—: Es la primera vez que veo al témpano de hielo de mi nieto sonrojarse. Si eres capaz de lograr eso en menos de un día, estoy impaciente por ver lo que habrás hecho con él dentro de unos meses.

Creo que te equivocas, Nana. Si Peter se sonroja es porque tiene ganas de matarme por haberle fastidiado el fin de semana —respondió Lali incómoda.

Tonterías, nadie puede alterar los planes de mi nieto si él no quiere. Créeme, lo he intentado. Además, eres la primera chica a la que invita a venir a mi casa, y eso será por algo.

Bueno, supongo que lo hace por Pablo, mi hermano.

Entonces ¡tú eres Lali  la hermana de Pablo  Ahora lo entiendo todo. —Sonrió y añadió—: Pequeña, espera y verás.
Con estas enigmáticas palabras y con unos golpecitos en la mano de Lali  Nana se levantó y gritó para que desde la cocina su nieto pudiera oírla.
¡Podrías haberme dicho que era «ella»!
Se oyó cómo se rompía una pieza de porcelana. Nana se fue riéndose de un chiste que sólo ella parecía conocer. Lali seguía sentada cuando apareció Peter y le dijo:

Si quieres ir a visitar las termas, tenemos que irnos ya.

—¿Las termas? Ah, sí, las aguas termales. De acuerdo, si a ti te parece bien, podemos ir. Peter, ¿qué ha querido decir tu abuela con lo de que yo soy «ella»?

Nada. No ha querido decir nada, cosas de gente mayor. ¿Quieres ir o no?
Peter parecía tenso. Aquel hombre era capaz de hablarle con dulzura un instante y ponerse a dar órdenes al siguiente.

Está bien, lo siento, mi general.

En el coche ninguno de los dos habló. Afortunadamente, el trayecto no duró mucho; las termas romanas de Bath estaban sólo a diez minutos y, una vez allí, la logística de buscar aparcamiento, comprar las entradas y recoger la guía los tuvo ocupados. Tras pasar la puerta principal, Lali se quedó paralizada. Como no se movía, Peter le colocó una mano sobre el hombro para empujarla, pero tras lograr que reaccionara, decidió dejar la mano allí. A Lali no parecía importarle, y a él le gustaba caminar con ella tan pegada a su cuerpo. Peter no apartó la mano, y caminando uno al lado del otro empezaron la visita. Pasaron por los baños secundarios, por el baño del rey, tiraron monedas en la piscina circular y acabaron la visita en la tienda de souvenirs.

¿Sabes que Bath se llamaba Aquae Sulis en la época de los romanos?
Peter rompió así el silencio que se había instalado entre ellos desde hacía rato. No lo hizo porque fuera un silencio incómodo, sino todo lo contrario, y como eso lo aterrorizaba, intentó volver a la situación inicial. Empezó a contarle la historia romana de Bath y fue apartando la mano despacio.

Me gustaría comprarme una postal, ya sabes, no dejo de ser una turista. ¿Te importaría? —Lali le sonrió.

No, sólo que no tenemos mucho tiempo. Compra la que quieras y luego iremos a recoger a Nana para salir a cenar. ¿Te apetece eso o prefieres quedarte en casa?

No, no. Lo de la cena suena genial. Así podré sonsacar a tu abuela sobre tus aventuras de adolescente. Seguro que fuiste tan malo como Pablo —dijo ella sonriéndole de nuevo. Su sonrisa era fulminante. Cada vez que Peter la veía, tenía ganas de besarla, y como esa opción estaba descartada, optó por ser seco. Así aprendería a no utilizarla con él.

Te espero en el coche —le espetó, y salió del museo dejando a Lali aún más estupefacta que antes. Llevaban sólo un par de minutos circulando cuando Lali se durmió. El peor momento del día había sido, sin duda alguna, cuando su abuela le había dicho que ella era «ella». Maldita Nana. Se había olvidado de que su abuela tenía una memoria de elefante, y de que hacía años, en un momento de locura, le había contado la fascinación que sentía por la hermana de su mejor amigo. 
Peter, Lali y Nana fueron a cenar a un bullicioso restaurante situado en un edificio antiguo del casco histórico de la ciudad. La cena fue muy agradable, Nana le contó a Lali un par de travesuras que Peter había cometido de niño y logró que él se relajara y se sonrojara. A cambio, Lali le contó las trastadas que él y su hermano mayor habían hecho durante los veranos que pasaron juntos en Chicago. Peter se sonrojó aún más, pero en un par de ocasiones se rió a carcajadas.

Hacía tiempo que no te veía tan contentoYa no me acordaba de que cuando sonríes se te marcan hoyuelos. —Su abuela le acarició cariñosa la mejilla.—Bueno, niños, deberíamos pedir la cuenta e irnos a casa. Yo ya no tengo edad para estos trotes.

Peter hizo un gesto al camarero y, antes de que ninguna de las dos pudiera hablar, pagó la cuenta. Fueron paseando hasta casa de Nana. La noche era muy cálida para ser sólo principios de primavera, y habían decidido ir a pie hasta el restaurante.

Peter, no sé si te lo había comentado, pero estoy repintando la habitación que da al jardín, así que Lali y tú tendrán que compartir tu habitación.

¿Qué? —preguntaron al unísono los dos afectados.

No te preocupes, tu habitación tiene dos camas, y supongo que no les molestará; al fin y al cabo son casi hermanos —añadió Nana con picardía. Estaba convencida de que si no le daba un empujoncito, su nieto nunca acabaría de decidirse.

No, en absoluto —contestó Lali sin levantar la vista del suelo—. Pero yo puedo dormir en cualquier lado, incluso en el sofá.

—No digas tonterías —le dijo Peter—. Si alguien tiene que dormir en el sofá seré yo. Tú pareces cansada, y necesitas dormir.

No voy a permitir que duermas en el sofá. ¡Tú mides casi dos metros, y ese sofá apenas tendrá un metro y medio! —Lali levantó la vista, pero no miró a Peter.

Los dos pueden dormir en una cama. Lo único que tienen que compartir es la habitación, nada más. Ni que eso los obligara a contraer matrimonio.

Tienes razón, Nana. Discúlpame, Lali. Peter se pasó la mano por el pelo

Bueno, como ya está solucionado, no veo ningún inconveniente para que no continuemos. Tengo ganas de acostarme; yo, a mi edad, necesito mis horas de sueño.

Dicho eso, los tres echaron a andar y, pasados pocos minutos, llegaron a casa. Nana les dio las buenas noches y se fue a su habitación. Lali y Peter se quedaron solos, mirándose el uno al otro sin saber qué decir. Al final, fue Peter quien rompió el silencio:

Ponte tu pijama y acuéstate, yo aún no tengo sueño. —Pero el bostezo que no pudo controlar lo traicionó—. Me quedaré aquí, leyendo un rato.

No seas testarudo —dijo Lali—. Me pongo la pijama en el baño y los dos nos acostamos. Vamos, te prometo que tu virtud no corre ningún peligro conmigo.
Le sonrió y se dirigió a la habitación para tomar sus cosas y cambiarse.

Pero la tuya sí corre peligro conmigo —susurró Peter para sí mismo, y no pudo evitar preguntarse qué le estaba pasando. A él no solían gustarle las chicas dulces, con sonrisas que hacen que tiemblen las piernas y ojos verdes capaces de engullirlo a uno. Peter hizo un esfuerzo por recordar que Lali era la hermana de su mejor amigo, y que Pablo era cinturón negro de un montón de artes marciales. Con Lali no se jugaba.
Finalizado su auto sermón, se frotó la cara con las manos y se dirigió al dormitorio.

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9 comentarios:

  1. volvio laliter y aunque me encantaba ivan y julia obviamente porque me parecen dos personajes increbiles, obviamente LALITER tambien me ENCANTA =)

    es geniale sta historia el momento de "ella" jajajajaj es genial!!!!!!! y lo mas genial de todos es las ganas que se tienen los dos y que Nana los vaya a juntar =)

    espero el siguiente con ganas ! besos!

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  2. Grande la nana.Ese"ella"fue
    mortal,toda una revelacion su nana ya sabia y x eso le dice a Lali espera y veras.Jajaja el recuerda k ella habla sola,pero el tambien lo hace.

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  3. me encanto.... quiero que se confiensen sus sentimientos

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  4. Buenisima! y mejor que los personajes principales sean Lali y Peter :D

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  5. jjjajaajja me mata la abuela "es ELLA" jajaja y queriendo ayudar a su nieto para que se de cuenta de lo que siente por Lali :)
    Espero mas
    Besos

    PD: perdon si te molesto, pero podrias decirme, por twitter, aqui o en mi blog, si te sigo avisando cuando suba los capitulos de la nueva novela? Mi twitter es @giadagr

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  6. la vas a seguir? esta buenisima! :)

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