26 de abril de 2013

Capítulo veintitrés.


MARATÓN: 
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(SOLO HASTA LAS 1:00 HORA ESPAÑOLA)





¿No te ha pedido salir oficialmente? —preguntó Euge cuando le conté mi escenita con Gas en el comedor.

No —respondí—. Ahora vamos adentro y consigamos un asiento antes de que el Sr. Lanzani nos castigue por llegar tarde o algo. —Me metí en el aula para ver que Peter ya estaba sentado en su escritorio, mirándonos mientras entrábamos. Sonreí pero él no devolvió la sonrisa. ¿Pero qué problema tiene ahora? Esta mañana pasamos un momento genial, y ahora me está mirando enfadado otra vez.
Gas sonrió mientras entrábamos y señaló con la cabeza los asientos vacíos cerca del suyo. Afortunadamente los asientos no estaban en primera fila esta vez. Sonreí y caminé hacia él, dejándome caer a su lado y Euge al mío. Peter se puso en pie. Su cuerpo parecía un poco tenso mientras miraba alrededor de la clase.


Hoy sólo tenemos media lección, ya que ha sido convocada una asamblea para los de último curso a las dos y media en la entrada. No tenemos tiempo para empezar nada nuevo, así que qué tal si repasamos algunas de las reglas de proporciones previstas para mañana. —Se encogió de hombros, sus ojos escudriñando el aula. Cuando se posaron en mí, frunció el ceño y apartó la vista rápidamente.
¿Pero qué demonios le pasa ahora? Honestamente, ya no tengo ni idea de como funciona su cerebro.
Pensé que le conocía bien, pero todo esto sólo demuestra que no tengo ni idea de quién era en primer lugar.

Gas estaba jugando con la parte de atrás de mi pelo mientras estábamos allí sentados, retorciéndolo alrededor de su dedo mientras yo trataba de concentrarme, pero fallé miserablemente cuando empecé a soñar despierta con Peter otra vez. Estaba caminado alrededor de la clase y no podía evitar mirar su culito respingón mientras me mordía el labio inferior. De pronto se paró delante de mí, mirándome con expectación. Oh, Dios, ¿qué me perdí? Miré alrededor buscando a Euge para que me ayudara, pero ella me estaba mirando con los ojos abiertos de par en par.


Eh... —balbuceé, sin saber qué se esperaba de mí.

Se rió sin gracia, su rostro serio. —Bonita respuesta —dijo con sarcasmo. Se volvió hacia Gastón y entrecerró los ojos—. Quizá deberías dejar que se concentre en lugar de manosearla en medio de mi clase —gruñó.

No la estaba manoseando —replicó inocentemente.

Peter hizo un sonido de mofa con la garganta. —Sr. Dalmau, sé que es difícil mantener las manos lejos de una chica guapa cuando tienes diecisiete años, pero inténtelo y conténgase, al menos dentro del recinto del instituto. De modo contrario, habrá castigos a la hora del almuerzo durante el próximo mes —dijo bruscamente, caminando de vuelta a su escritorio. Me quedé mirando a su espalda estupefacta y callada.
 ¿Peter acaba de hacerme parecer como una furcia en medio de su clase y  le parece divertido? Hundí mi cabeza, sonrojándome como loca. Peter anunció que nos teníamos que dirigir a la entrada para la asamblea con el director. Recogí mi mochila rápidamente, no queriendo estar en clase más tiempo del necesario.

Te veré allí, tengo que ir al baño —murmuré a Euge a la vez que prácticamente corría saliendo del aula, intentando no llorar de vergüenza e indignación. Me dirigí al baño más cercano y me encerré, golpeando con la mano contra el lateral del cubículo por la frustración. Después de un par de minutos, inspiré unas cuantas veces para calmarme y abrí la puerta. Según salí, casi pego un grito cuando vi a alguien allí de pie, apoyado de manera informal contra la pared. Los ojos grises de Peter ardían de preocupación, pero podría decir, por la forma de encajar su mandíbula, que también estaba enfadado.


¿Qué quieres? ¿No sabes que estos son los aseos de las chicas? —dije enfadada mientras me dirigía a los lavabos para lavarme las manos.

Necesito hablar contigo —murmuró, pasándome una toalla de papel para secarme las manos.

¿Te vas a disculpar por abochornarme delante de todo el mundo? —dije entre dientes, fulminándole con la mirada.

¿Abochornarte? ¿De que demonios va eso? Tú fuiste la que le permitió manosearte en clase —replicó de forma acusadora.

¿Manosearme? ¿Ahora se está burlando de mí? —Realmente eres un imbécil a veces, ¿lo sabes? —Me coloqué la mochila en el hombro preparándome para irme enfadada de forma dramática.

Resopló. —¿Por qué? ¿Por qué soy un imbécil? ¿Por decirle a ese crío que quite sus malditas manos de encima a mi chica? —gritó, se echó las manos a la cabeza con exasperación mientras me miraba atentamente, sus ojos taladrando los míos.
Le miré con incredulidad. ¿Me acaba de llamar su chica? Oh, Dios mío, ¿está celoso de Gastón? ¿Era de eso de lo que iba esa escenita? No, no puede ser, no puede estar celoso. Él está con la Señorita Igarzabal.

Yo no soy tu chica —susurré, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas mientras decía esas palabras.

Suspiró y se dio la vuelta alejándose de mí, liberándome de su intensa mirada. —Lo sé, no quería decirlo así, sólo quería decir... —Meneó la cabeza pero no continuó.

¿Qué? —pregunté, necesitando que terminara la frase.

Es sólo que es extraño verlo. Debería irme. Ni siquiera sé por qué estoy aquí hablando contigo. Tengo que irme —murmuró mientras sujetaba la manilla de la puerta, preparado para irse. Agarré su brazo impidiéndole marchar; él volvió la cabeza para mirarme.


—¿Por qué viniste aquí entonces, Pedro? —pregunté en voz baja, no confiando en mi voz para hablar correctamente. Tragó saliva y me miró como disculpándose.

Parecías disgustada. Quería asegurarme de que estabas bien —susurró—. Siento haberte avergonzado en clase, no pretendía hacerlo. No lo volveré a hacer. —Frunció el ceño y empujó la puerta para abrirla, saliendo rápidamente, dejándome allí de pie por segunda vez mirándole estupefacta.
Permanecí allí un minuto entero. Él había tenido la oportunidad perfecta de decirme que todavía me quería, también había tenido numerosas oportunidades antes, pero las dejó escapar en cada ocasión.
Me dirigí a la entrada donde la asamblea ya estaba en marcha. Recorrí la habitación con la mirada buscando a Euge. Estaba sentada junto a Pablo, ambos sonriendo animadamente así que lo que quiera que fueran a votar era obviamente algo bueno. Cuando todo el mundo empezó a salir en fila, esperé a un lado a Euge. Ella brincó felizmente a mi lado.

Aparentemente, a causa del trabajo de voluntariado que nuestro curso había hecho para la agencia de medio ambiente plantando arboles y recogiendo basura de las calles, íbamos a ser recompensados con una cierta cantidad de dinero que iba a ser usada para una salida de un día, a nuestra elección, de aquí a un mes. Había tres opciones que teníamos que votar entre todos. La primera que tuviera más votos, sería concertada para un sábado del próximo mes. Las opciones eran: visitar un santuario de caballos y cepillar a los caballos, un día en un parque temático o practicar paintball. Expresé mi emoción. Amaba los caballos, pero sabía que no había posibilidad de que la gente pudiera votar por eso. Mi segunda opción sería definitivamente el parque temático, incluso aunque me asustaban un poco las vueltas. La única cosa que no querría hacer sería lo del paintball. No me gustaba ningún tipo de deportes o actividades que incluyeran correr, esconderse o ensuciarse.

Pablo sonrió con entusiasmo. —Definitivamente voy a votar por el paintball.
Puse los ojos en blanco y me dirigí a mi taquilla en silencio, rezando que hubiera alguna manera de que pudiera quedar fuera de eso y hacer algo divertido que no implicara caerme, romperme un tobillo o hacerme parecer una idiota. Gas me llevó en coche a mi casa. Como mis padres no estaban, lo hice pasar para ver una película. Luego, llegó la hora de irse.


Lo olvidé, amm, me preguntaba… quería preguntarte hace rato durante la película pero me acobardé… así que, bueno… Sé que te dije que lo llevaríamos lento, y podemos esperar si tú quieres pero… amm… —Frunció el ceño, incómodo. Yo sonreí pues se veía adorable cuando estaba nervioso. Ya había tenido novia antes, la mayoría de las veces, serias porque con su última novia había estado un año y no había estado con nadie más después de ella. Me acerqué a él, elevando una ceja juguetonamente.

¿Estás tratando de invitarme a salir, Gastón? La respuesta es sí. —Su nerviosismo se desvaneció instantáneamente mientras una sonrisa se apoderaba de su rostro. Estaba agradecida de que no quisiera besarme otra vez antes de salir. Suspiré aliviada y me recargué en la puerta, felicitándome mentalmente por salir de esta. Me despedí con la mano mientras arrancaba su auto y se iba. Sonreí tristemente para mí misma y cerré la puerta, recargándome contra la madera, pensando en Peter. ¿Qué pensaría de mí aceptando ser la novia de Gas?
****
La mañana siguiente Euge y yo estábamos chismeando en nuestros casilleros acerca del concierto de Pablo Alborán. Anoche le dije por teléfono que mis padres se las habían arreglado para conseguir boletos como sorpresa. De repente, alguien nos abrazó por los hombros a cada una.

Así que, ¿de quién hablamos hoy, chicas? —pregunto Pablo, mirando por el pasillo discretamente.

Pablo Alborán —suspiró Euge, soñadoramente.

Oh, cantantes gays sobre valorados —respondió Pablo, asintiendo como si quisiera unirse. Euge hizo una exclamación sorprendida y le dio un codazo en las costillas haciéndolo reír, quitando su brazo de su hombro.

Ow —gimió, sobándose.

Aw… ¿El pobrecito bebé fue lastimado por una gran chica mala? —Euge se burló.
Por el rabillo del ojo, vi a alguien acercarse a nosotros. Forcé una sonrisa cuando me di cuenta de que era Gas. Su cuerpo parecía tenso mientras se detuvo frente a mí y tomó mi mano. Sonreí débilmente y entrelacé nuestros dedos. Cuando me jaló suavemente hacia él, el brazo de Pablo se cayó de mi hombro.

Hola tú —saludo Gas, pareciendo un poco más relajado ahora que estaba cerca de él.

Hola —apreté su mano un poco, mientras él acariciaba suavemente mi rostro con su otra mano.

¿Quieres hacer algo después de clase? —me preguntó, mirándome esperanzadoramente.

No puedo. Se supone que debo estudiar con Pablo hoy. Él me ayuda con Cálculo —le dije en tono de disculpa. Él frunció el ceño decepcionado, y de repente me sentí terrible por ello.

Está bien. ¿Os reunís en la biblioteca o algo? Tal vez nos podríamos ver después. —Negué.


No, estudiamos en su casa. Es parte del trato, él me ayuda y yo cocino la cena. Estaré en su casa hasta tarde, lo siento.

Así que estudias con tu ex-novio en su casa, solos, y luego le cocinas la cena y te quedas hasta tarde. ¿Eso es lo que estás diciendo? —me preguntó, su voz se hizo ligeramente más dura mientras me miraba como si estuviera loca.

No. Estudio con un amigo y le cocino la cena en agradecimiento. Eso es lo que estoy diciendo —le corregí a la defensiva. Él suspiró y sacudió la cabeza, forzando una sonrisita.

Sí, lo siento. Olvida lo que te dije. Podemos salir mañana en la noche, si puedes. —Le sonreí y asentí.
El resto de la semana pasó lentamente, las noticias de que Gas y yo estábamos saliendo se esparcieron, lo que me hizo ganar unas cuantas miradas de las chicas que estaban enamoradas de él.
Peter fue el mismo toda la semana. Me sentía un poco incómoda cuando estaba con él por la explosión que tuvo en su aula cuando me acusó de dejar que Gas me «manoseara» como él le llamo. Las cosas estaban un poco tensas, un tipo de amistad forzada entre maestro y alumna.

El viernes después de la escuela, Gas me llevó a los bancos de fuera para que pudiéramos estar un rato juntos antes de que me llevara a casa.

En la noche Euge y yo iremos a una fiesta con un amigo mío —le dije.

¿Iras a una fiesta? ¿De quién? 

El amigo de un amigo. No conozco al chico, en realidad —admití. Ni siquiera quería ir pero ahora no podía negarme porque Euge estaba súper emocionada.

¿Quién es ese amigo? —sus ojos eran un poco duros, acusadores y parecían molestos. Sonreí incomoda. ¿Por qué me estaba mirando así?

Es el hermano de mi ex-novio. —Su cuerpo se tensó y me miró como si hubiera dicho algo estúpido.

—¿Irás a la fiesta con el hermano de tu ex-novio? ¿El mismo ex-novio que aún no superas? —me preguntó, con voz seria y acusadora.

Sí, somos amigos —¿Por qué diablos estaba mirándome así? Tengo permitido tener amigos.

—Oh, vamos, Lali. ¿Cuántos amigos hombres necesita tener una chica?

¿Estás celoso? —le pregunté sorprendida.

¡Tengo el derecho de estarlo! ¡Eres mi novia pero aún así vas a ir a una fiesta con otro chico, y no con cualquier chico, sino con el hermano del tío que rompió contigo! —casi rugió, bastante molesto.
Rodé los ojos. También había estado dándole miradas asesinas a Pablo toda la semana. Cada vez que él me tocaba o algo, Gas me besaba o me alejaba de él o algo. Pensé que solo estaba siendo tierno pero, ¿sería otra cosa? ¿Estaba siendo posesivo?

No puedes ir a la fiesta con él, Mariana, está fuera de discusión y lo sabes. ¿Cómo te sentirías si yo fuera a una fiesta con la hermana de mi ex? —me preguntó, aventando sus manos dramáticamente.
¿esperas que te deje ir a una fiesta por tu cuenta con otro chico? —dijo molesto.

¿Dejarme? No, no espero que me dejes. No necesito tu maldito permiso para ir. Diablos, hemos estado saliendo por menos de una semana. No necesito pedirte permiso para hacer cosas, eso es estúpido. —Me puse de pie y me coloqué la mochila sobre los hombros. —Mira, entiendo que te sientas celoso. Lo entiendo, en verdad. Pero eso no significa que te tengas que enojar conmigo por algo que ya estaba arreglado desde antes de que estuviéramos juntos —le grité.

¿Sabes qué? Haz lo que quieras. Te veré el lunes —tomó su mochila de la mesa y se dio la vuelta, empezando a caminar hacia el estacionamiento.
Saqué mi iPod y me puse los audífonos mientras lo prendía, dejando salir toda mi frustración. Después de un par de minutos de caminar hasta mi casa la bocina de un coche sonó junto a mí haciéndome brincar del susto. Me volteé para ver el Jeep plateado de Peter avanzando en la carretera a un lado de mí. Me hizo señas para que me acercara a la ventana abierta.


¿Quieres que te lleve a casa? —preguntó moviendo su cabeza para quitar el cabello de sus ojos.

Sí, por favor. 

Él sonrió y se estiró hasta el asiento del copiloto, para abrir la puerta para mí. Corrí alrededor del auto y salté en él mientras las gotas empezaban a caer más fuerte.

Gracias,Peter.

No hay problema. —Empezó a manejar, avanzando lentamente por el camino mientras la lluvia seguía cayendo—. Entonces, ¿qué sacudió en tu jaula? —me preguntó, mirándome por un segundo. Suspiré y descansé mi cabeza contra el asiento.

Gastón. Tuve el descaro de decirme que no podía ir mañana a la fiesta con Vic. Dijo que ya tenía demasiados amigos hombres y que estaba escogiendo una fiesta en vez de salir con él. Estúpido —respondí molesta. El sonido de la risa de Peter me hizo abrir los ojos y mirar en su dirección. Estaba sonriendo felizmente pero se detuvo cuando me vio mirándolo. —¿Qué es tan gracioso? —le pregunté, ceñuda. No había nada remotamente chistoso acerca de eso. Él se encogió de hombros.

Nada. ¿Entonces terminasteis o algo? —pregunto, mirándome por el rabillo del ojo. Me encogí de hombros, no sabiendo responder a esa pregunta.

No se ve bien. ¡No debe hacer eso! No tiene derecho a estar molesto conmigo por eso, ¿sabes que me dijo? —dije molesta—. Él dijo: ¿Esperas que te deje ir a la fiesta tú sola con un chico? ¿Dejarme ir? ¿Qué es mío, mi cuidador? —Levanté mis manos, exasperada y Peter empezó a reír otra vez. Lo miré y dejó de reírse pero parecía que le estaba costando trabajo contenerse.

Lo siento, no es gracioso. Es solo que no me lo imagino diciéndote que hacer. Yo traté de detenerte de salir con Victorio una vez y no resultó bien tampoco

Pero, ¿él está fuera de sí, no? Yo no soy la que está mal, ¿o sí? —le pregunté curiosa. 

No estás equivocada, La. Él no debería haberte dicho que no puedes ir a la fiesta. Yo estaba equivocado cuando lo hice, y él también lo está —se detuvo fuera de mi casa y me volteé a verlo, sonriendo agradecida. 

Gracias por el aventón y por escucharme. 

Él sonrió, esa sonrisa tan linda, aquella que juraba era solo para mí. 

Cuando quieras. Diviértete mañana con Victorio. Ten cuidado, ¿sí? 

Lo tendré, gracias. Que tengas un lindo fin de semana. —Corrí hacia adentro con una sonrisa en mi rostro. Entré directamente a la cocina para comer algo pensando en la fiesta de mañana. Ni siquiera había tenido ganas de ir, pero ahora que Gastón había hecho tanto para que no fuera, en verdad quería ir. Vic era divertido, y Euge también estaba muy emocionada así que me las arreglaría para pasarla muy bien. 
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Inna de Lanzani.

















22 comentarios:

  1. Gaston se puso posesivo no me gusta k le diga alali k hacer esta mal

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  2. No me gusta que gaston se ponga asi no es el dueño de lali,me dio como ternura que peter se acordara cosas

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  3. Que se cree gaston el dueño de lali no tiene derecho sobre ella, me dio mucha risa que peter se acordara lo que le paso con lali ,quiero que vuelvan

    Daniela

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  5. Peter se pone idiota aveces pero me gusta cuando se pone celoso,me gusta mas el peter tierno

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  6. Peter a veces es insoportable

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  7. peter es mas lindo tierno k celoso

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  8. Poobre, esta re celoso!

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  9. no creo que Peter vaya a ir a la fiesta porque está con la profesora, además no puede arriesgarse a que Euge lo vea alli

    sigo leyendo

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  10. Gaston se volvio posesivo y Lali es un espiritu libre

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