1 de abril de 2013

Capítulo siete y ocho.







Peter le tendió su mano. —Oye, ¿cómo estás? Cuánto tiempo sin verte —dijo cortés mente mientras se estrechaban la mano.

Estoy genial hijo, parece que a ti te va bien —el tipo contestó, cabeceando hacia mí mientras que sus ojos paseaban por mi cuerpo otra vez.

—Sí. Barto, ella es Lali, mi novia. Lali, este es mi tío Barto —nos presentó Peter, mirándome con una ceja levantada. ¿Novia? Ah espera, ya entendí; este es el Tío pervertido del cual se supone que hay que alejarse.

Hola, Chris, un gusto en conocerte. —Estreché su mano extendida y él la acercó a sus labios, besando el dorso de mi mano gentilmente. Los brazos de Peter se apretaron en mí de nuevo cuando él me jaló a su pecho, haciéndome reír tontamente por lo protector que era. Otro brazo serpenteó alrededor de mi hombro.

Ven a bailar conmigo, Lali —instruyó Vico, guiñando a su hermano. Peter me soltó inmediatamente y sonrió a Vico agradecido. Eché un vistazo a Peter para ver si esto estaba bien y él asintió con rapidez, dando un paso lejos de mí. Más personas bailaban ahora. Las canciones de boda empalagosas salían por montones, música de los ochenta y noventa que conseguían que la gente abandonara sus asientos.

¿Así que, qué es lo que pasa con aquel tipo? Parece que a Peter no le agrada —observé, frunciendo el ceño mientras los miraba conversar.

Vico resopló, mirando desagradablemente en su dirección. —Barto es un imbécil. Se mete con todo lo que se mueve, es repugnante. A Peter probablemente no le gustó que te mirara así. Él me pidió que te vigilara también —contestó.

Ay, él parece de cuarenta, eso es asqueroso. Espera… ¿cuándo te pidió él eso? —pregunté, confundida. Apenas se había alejado de mi lado en todo el tiempo.

Cuando nos tomamos las fotos —contestó él, encogiéndose de hombros—. De todos modos, Peter nunca te había mencionado antes. En verdad no sabía que estaba saliendo con alguien. ¿Cuánto tiempo hace que estáis juntos? —preguntó, acercándose a mí.

Sonreí abiertamente. —No estamos juntos, sólo nos conocimos anoche.

Él se rió y puso sus manos sobre mis caderas, acercándome a él. —Ah, ¿en serio? ¿Entonces si no estáis saliendo tal vez yo podría invitarte a salir? —él coqueteó, guiñándome provocativamente. Hice rodar mis ojos y puse mi mano sobre su pecho, apartándole de mí.

En serio, sois muy parecidos, arrogantes y creídos. Tal vez no estoy interesada en volver a ver a ninguno de los dos otra vez después de conocer al tío —bromeé.

Tú me verás otra vez —ronroneó Peter con seguridad en mi oído. Brinqué cuando su brazo serpenteó alrededor de mi cintura, jalándome contra su cuerpo duro mientras nosotros seguimos bailando—. Gracias por eso, Vico. —Él sostuvo un puño a su hermano quien inmediatamente hizo uno de esos gestos ñoños de chocar los puños. El resto de la noche pasó sin incidentes. Nos reímos y bailamos. Charlé tranquilamente con su familia, aparte de su tío, todos ellos me parecieron en verdad agradables. Cada vez que su mamá nos miraba coqueteando y bailando yo veía una pequeña sonrisa de satisfacción arrastrarse a través de su rostro.
Durante los bailes lentos al final de noche, Peter no me dejó ni una vez. Una de sus manos descansado en mi espalda baja, otra en la nuca. Sus ojos enganchados en los míos, haciendo mi cuerpo zumbar y sentir mariposas en mi estómago. Él estaba tan cerca que apenas había unos centímetros de espacio entre nosotros y esto hacía acelerar mi corazón sin control. Aunque no me besó, se veía como que lo quisiera hacer y supongo que mi cara se veía exactamente igual, porque ciertamente quería que me besara.
A las once treinta la música terminó y las luces se encendieron. Nos despedimos de su familia y me llevó a su coche. Me condujo a casa en un cómodo silencio, era dulce. Lo había pasado muy bien y realmente deseaba que él también. Esperaba seriamente que quisiera verme otra vez.
Cuando nos detuvimos fuera de mi casa, me acompañó hasta la puerta. Noté que el coche de mis padres no estaba en la entrada, lo que señalaba que no estaban en casa aún. Basado en experiencias previas, los reencuentros mensuales con amigos duraban aproximadamente hasta la una o dos de la mañana, así que tenía un poco de tiempo antes de que estuvieran en casa.

¿Quieres pasar por un café o algo? —pregunté. Inmediatamente me di una cachetada mental por añadir el «o algo» al final.

¿Sí? ¿Tus padres no se opondrán si entro para el café? —preguntó, mirándome esperanzado. Negué con la cabeza y abrí la puerta entrando y dejándola abierta para él. Me quité los zapatos y me dirigí hacia la cocina, encendiendo la tetera. —Es un lugar agradable —comentó, mirando alrededor e inclinándose a la cocina. —Nunca he tenido una novia seria a la que haya querido presentarles. — Soltó.

¿Sí? ¿Eres un mujeriego? —bromeé.

¿Tu qué crees? —preguntó, con una sonrisa pícara. Él se veía tan sexy que mi boca se hizo agua. Él es indiscutiblemente un mujeriego. Agarré los cafés y me dirigí al salón, encendiendo las luces y dejando las bebidas en la mesa. —Así que, Peter esto es como se ve una alfombra —bromeé, haciendo gestos al suelo limpio.

Él sonrió abiertamente. —Wow, no he visto una de éstas desde que me mudé de la casa de mis padres —contestó él, fingiendo sorpresa. Me eché a reír y me senté en el sofá, mirándole con expectación.

Se sentó a mi lado. Estaba tan cerca que yo apenas podía quedarme quieta. —Gracias por pedirme ir contigo hoy; me divertí mucho —dije francamente.

Bien, gracias por venir conmigo —susurró mientras que movía su cabeza lentamente más cerca de la mía. Contuve mi aliento, sabiendo que él iba a besarme otra vez. Mi corazón golpeaba en mi pecho mientras que el pelo en la parte de atrás de mi cuello hormigueaba con la excitación. Sus labios tocaron los míos por cuarta vez en dos días y sentí como si mi cuerpo entero ardiera.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello, jalándole más cerca. Él trazó con su lengua a lo largo de mi labio inferior, entonces abrí mi boca con impaciencia. Su lengua se deslizó en mi boca masajeando la mía. El beso era hermoso, incluso perfecto. Hizo a mi cuerpo entero vibrar. Avanzó más, haciendo recostarme en el sofá; él estaba encima de mí, besándome profundamente. Sus manos rastreaban hacia abajo mi cuerpo mientras se presionaba más cerca de mí. Terminó el beso justo cuando yo comenzaba a sentirme un poco mareada y comenzó a besar mi cuello y mis hombros desnudos. Dirigí mis manos hacia bajo por su espalda, abrazándole más fuerte. Espera, esto va demasiado rápido.


Peter, para —balbuceé jadeantemente. Estaba tan excitada que apenas pude soltar las palabras.

Él se paró inmediatamente y se retiró, poniendo su frente a mía. —Lo siento, me dejé llevar —se disculpó él.

Está bien. Es sólo que no soy el tipo de chica que se va a la cama en una primera cita —contesté, sonrojándome. Él se rió y extendió las manos, tomando las mías y fijándolas encima de mi cabeza. Inmediatamente, él se levantó apartándose de mí. Yo me levanté también; no habíamos ni siquiera tocado los cafés fríos dejados al lado.

Así que, ¿puedo invitarte otra vez? —preguntó, poniendo su sonrisita sexy.

Nah, ese beso no fue tan bueno para mí, lo siento —bromeé.

Sus ojos se ampliaron un poco, su cuerpo pareció ponerse tenso. —Oh bien, sí bueno, está bien —murmuró incómodamente.

Me eché a reír y di un paso cerca de él, apretando mis labios a los suyos otra vez. Él gimió detrás de su garganta cuando me aparté. —El beso me gustó, no te preocupes. Y me encantaría verte de nuevo —dije, agarrándome a su corbata y colocándola suavemente.

Su cuerpo visiblemente se relajó. —Eso fue cruel —me reprendió. —. Te recogeré a las siete mañana. —Me dio un piquito en los labios otra vez antes de salir de la casa.

¿Y si yo tengo planes para mañana por la noche? —pregunté, riéndome.

Él agitó su mano desdeñosamente. —Los cancelarás —dijo él sobre su hombro mientras caminaba de regreso a su coche, riéndose. El arrogante y creído está de regreso otra vez. Me reí disimuladamente. Cerré la puerta y me apoyé contra ella, tocando con el dedo mis labios. Todavía vibraban por su beso. Sabía que iba a soñar con él esta noche.

CAPÍTULO OCHO:




¿Entonces, dónde vais exactamente? —me preguntó Euge mientras estaba tendida sobre mi cama mientras yo miraba dentro del closet.

—No tengo ni la menor idea, él no me lo dijo. —La miré por encima del hombro, lanzando una mirada desesperada. Estábamos tratando de elegir algo para que me vistiera durante la última hora; yo estaba volviéndome más y más estresada con cada minuto que pasaba.

Bueno, primera cita a una boda, segunda cita ¿quizás la ópera? —ofreció ella riéndose.

¡No me estás ayudando para nada! Euge, en serio, si vas a sentarte ahí haciéndome comentarios estúpidos entonces, ¿cuál es el punto de que hayas venido a ayudarme? —Me quejé, lanzándole un par de calcetines. Ella los atrapó y me las volvió a tirar a mí.

Deja de estresarte, es sólo un chico —replicó, rodando los ojos. La miré y cerré los ojos. Tiene razón. Tengo que ponerme a pensar en otra cosa. Claro, él parece amable y es jodidamente caliente, pero casi no sé nada acerca de él. Respiré hondo y caí de espaldas sobre la cama.

Tienes razón, voy a ponerme esto—decidí, harta de tanto pensar en ello. Apenas había dormido algo la otra noche porque estaba tan excitada con la cita y cada segundo del día se había alargado a causa de eso. Todavía tenía aún una hora y media para esperar hasta que él me recogiera.

Euge asintió. —Buena idea. Ponte la camisa para que pueda echar un vistazo al ombligo y al piercing —instruyó ella, guiñándome un ojo—. Ya sabes que un chico no puede resistirse a eso. Asentí y me dirigí a la ducha. Cuando salí, Euge me ayudó con el pelo, alisándolo todo. Una vez vestida, la miré e hice un leve giro, esperando su aprobación.

¿Qué opinas? —le pregunté, mordiéndome el labio.

Yo me lo haría contigo —replicó, entrecerrando sus ojos hacia mi juguetonamente. El timbre sonó antes de que pudiera responder. La miré nerviosa, mi corazón latía con rapidez. Ella me dio la cartera y colocó mi chaqueta negra en mis manos.  Yo sonreí, sabiendo que no iba a verlo en ese momento, él estaba debajo del porche, esperando en la puerta principal.

De acuerdo, cierra la puerta cuando te vayas, ¿vale? —le dije mientras saltaba los escalones y llegaba la puerta principal.  Abrí la puerta y ahí estaba él parado, luciendo increíblemente caliente con sus jeans y su camisa blanca ajustada y una camisa azul de cuadros por encima. La llevaba desabrochada, de forma que se podía ver a través de la camisa abierta su cuerpo bronceado. Yo apenas podía respirar; estaba tan excitada que me balanceaba entre un pie y el otro, no sabiendo qué decir.

Guau, estás increíble —me halagó, mirándome de arriba abajo muy despacio—. Traje esto para ti. —Me tendió un ramo de flores multicolores. ¿Flores? Esta ya es la mejor cita que he tenido.

Gracias, Peter, eso es increíblemente dulce, no deberías haberlo hecho. Déjame colocarlas en agua y luego estaré lista. Abrí la puerta un poco más, haciendo que él pasara. Lo guié hasta la cocina y coloqué las flores en un jarrón de vidrio que rellené con agua. Las arreglaría apropiadamente cuando llegara más tarde a casa. —¿Entonces a dónde vamos? 

Bueno, había pensado que podríamos ir a hacer mi cosa más favorita en el mundo —replicó, sonriéndome.

Yo solté un grito ahogado, mirándolo sorprendida de que pudiera ser tan directo—. ¡No voy a tener sexo contigo después de cenar!  Él sonrió y se acercó a mí, colocando sus manos en la encimera a ambos lados de mi cuerpo, inclinándose hacia delante y apretándome con su cuerpo el mío. Mi aliento quedó atrapado en mi garganta mientras él acercaba su cara más a la mía. Podía oler su loción para después del afeitado. La especiada y masculina fragancia embargó mis pulmones y me dejó casi inconsciente. Mi cuerpo entero temblaba de emoción, esperando que él me besara. Cerré mis ojos cuando su boca apenas rozó la mía.
Su aliento mentolado sopló a través de mis labios. El tiempo parecía haberse detenido mientras esperaba y esperaba que sus labios conectaran con los míos. Finalmente sus labios rozaron los míos, tan suavemente que apenas pude sentirlo.

Realmente tienes una mente sucia, Lali, ¿por qué piensas al instante en el sexo? Seguro que soñaste hasta con eso anoche.—susurró, alejándose rápidamente y sacudiendo mi nariz. Mis ojos se abrieron de golpe cuando él dio un paso atrás riendo malvadamente. Me sonrojé como una loca y le di una palmada en el pecho.

- Me las pagarás, Peter. ▬ Salí de la cocina y me siguió detrás y esperó mientras yo cerraba con llave la puerta. Caminamos hacia su auto en silencio. Le lancé una mirada solamente para ver que él ya me estaba mirando. Cuando nuestros ojos se encontraron, me sonrió con una hermosa sonrisa, haciendo que el corazón se me acelerara. Cuando nos acercamos al auto, abrió la puerta para mí.

Mi señora —dijo en un falso acento británico, haciéndome una reverencia. Sonreí y me reí a carcajadas mientras subía al auto.

*

¿Una pista de esquí cubierta? —medité mientras lo miraba nerviosa, estaba más que intimidada al ver la altura del edificio y era solo el exterior. Él sonrió y salió del auto, caminó hacia el otro lado abriéndome la puerta antes de dirigirse hacia el maletero. Sacó un grueso suéter de lana y me lo dio.

Hace un poco de frío ahí dentro —dijo, mirando el edificio. Lo tomé y me lo puse, tragando saliva con fuerza. Me voy a romper una pierna, lo estoy viendo venir. Lo miré mientras él se colocaba el suéter encima y me tendía la mano. La miré y le sonreí.

Oh no, todavía no terminaste de tomarme el pelo —decliné y me crucé de brazos. Él se rió y colocó sus manos en mis hombros, empujándome hacia el edificio. Mis nervios se hacían más pronunciados a cada paso. Una vez dentro, me guió más allá del mostrador.

Ey, Mac, vamos a entrar un rato, ¿vale? —dijo mientras me conducía hacia la puerta de “sólo personal”.

Lo miré confusa. —¿Trabajas aquí? —pregunté, mirando alrededor nerviosa. Nadie parecía estar gritándonos que saliéramos del área del personal, así que debía ser así.

El asintió. —Sí, doy lecciones.

¿De verdad? ¿De qué clase? —le pregunté mientras caminábamos hacia una enorme armario de tablas de snowboard.

Se encogió de hombros. —Ski, snowboard, y también superviso las clases de tubing, que es lo que vamos a hacer esta noche —dijo, moviendo sus cejas hacia mí. Vale, ¿qué diablos es tubing? Suena a algo doloroso. Él me sonrió ante mi obvia cara de preocupación.

No te preocupes, Preciosa, yo cuidaré de ti —prometió, sonriendo mientras me daba un golpecito en la nariz. Se dio la vuelta y caminó hacia una enorme pila de flotadores de goma.

Oh, hombre, ¿de verdad? —musité, volviéndome hacia la pila. Él se rió y tomo dos flotadores, señalando con la cabeza hacia otra puerta. Abrí la puerta y caminé a través de ella, el frío inmediatamente atacó mi sistema haciéndome inhalar una inspiración brusca y haciendo que mis codos se colocaran al costado de mi cuerpo, hundiendo mis hombros. Le agradecí con los ojos en silencio por haberme dado el suéter. Señaló con la cabeza una esquina así que caminé hacia esa dirección. Cuando doblé hacia la esquina, me detuve otra vez, abriendo mi boca por el asombro. Había una enorme montaña de nieve, gente esquiando y haciendo snowboarding. Había un ventilador de nieve en lo alto haciendo que pareciera que estaba nevando dentro. Era precioso.

¡Mierda, no sabía siquiera que existía este lugar! —grité excitadísima—. ¿Es nieve de verdad?
Inmediatamente me agaché, tome un puñado de nieve, esperando que fuera esa nieve falsa de plástico que utilizan en las películas. Aunque no lo era, era nieve en polvo de verdad, que instantáneamente hizo que mis dedos se enfriaran. Reí y la aplasté haciendo una bola y lanzándosela a la espalda mientras caminaba delante de mí.

Eh, Lali, no tires bolas de nieve, o tendré que pedirte que te vayas —dijo, regañándome y señalándome un cartel que estaba en la pared. Tenía imágenes de las cosas que estaban prohibidas hacer. Arriba en lo alto estaba lanzar bolas de nieve, a continuación hacer ángeles en la nieve.

Oh, no, ¿no me digas que ni siquiera se puede hacer un ángel? —me enfurruñé. Ok, ¡estaba a punto de hacer eso!

Negó con la cabeza. —Reglas de la casa, vamos. —Sonrió y subimos por una escalera mecánica que lentamente se movía hacia la cima de la montaña. Salté detrás de él, rodando la nieve entre mis manos, resistiéndome a la urgente necesidad de tirársela a su pequeño y comestible trasero.

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Bien, he decidido hacer los capítulos de dos en dos para así adelantar historia. ¿Qué os está pareciendo de momento? Quiero vuestras opiniones jajaja. Que tengan un buen lunes :D ¡Firmen mucho!





11 comentarios:

  1. increible me encantaaa!!! espero con ansia el siguiente

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  2. me encanta hoy comence a leerla y ya la amo!
    @otralanzanita

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  3. otro mas porfa!
    @otralanzanita

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  4. subis todos los dias?
    @otralanzanita

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  5. mas mas mas
    @otralanzanita

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  6. otroooooooooooooooooo
    @otralanzanita

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  7. porfa mas
    @otralanzanita

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  8. mas por favor, lali como nena arrojando bolas de nieve jajaja, quiero mas mas mas mas me encanta :3

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  9. Da la impresion k el sabe k Lali no tiene 21.Me encanta

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  10. mas mas mas quiero mas mas nove quiero nove mucho mas

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