MARATÓN:
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Cuando la campana del almuerzo sonó, agarré mi bolsa y me dirigí a la clase de Peter. La puerta ya estaba abierta, pero afortunadamente él aún no estaba allí. Me metí y paseé hacia los pupitres del fondo de la habitación. Elegí el que estaba cerca de la ventana y saqué mi iPod. Forcé a mi mente a pensar en cualquier otra cosa que no fuera él. Cerré los ojos y puse las manos en el pupitre, con las palmas hacia arriba, esperando que dejaran de picarme pronto. Un par de canciones más tarde, mi música se detuvo inesperadamente. Abrí de golpe los ojos para ver a Peter merodeando delante de mí, con el ceño fruncido.
Me burlé y me quité los auriculares de las orejas, tirándolos sobre la mesa con enfado.
—No me lo digas, no se me permite escuchar música en tus castigos —escupí con sarcasmo.
—Puedes escuchar música. Sólo quería saber que les pasó a tus manos —dijo en voz baja, señalándolas con la cabeza. Me caí esta mañana jugando al fútbol en clase de gimnasia.
Apreté mis manos en puños. ¿Por qué de pronto está siendo agradable conmigo? No puede estar en plan «esto nunca sucedió» y gritarme en un instante y luego ser agradable al siguiente. No es justo.
—Eso no es de su incumbencia, señor Lanzani.
Nos miramos el uno al otro durante unos pocos segundos y luego apartó la mirada y puso algo sobre mi pupitre. Miré abajo, hacia lo que había puesto en mi pupitre para ver que era un sándwich de queso y cebolla en vinagre, una botella de zumo de naranja y un melocotón. Mis favoritos. ¡Maldición! ¿Por qué está haciendo esto por mí? Si no puedo estar con él entonces tiene que ser un capullo para que pueda superarlo. Si sigue siendo amable conmigo, nunca seré capaz de seguir adelante. Le miré de nuevo para decir gracias, pero él ni siquiera estaba mirándome mientras se sentaba con rigidez, garabateando en su carpeta.
Finalmente sonó la campana. Él todavía no levantaba la mirada mientras yo ponía de nuevo mi iPod en mi bolsa y recogía el envase vacío del sándwich. Caminé hacia su escritorio y lo tiré en la basura. Su mano era un puño apretado, pero no levantó la vista hacia mí mientras permanecía allí de pie.
—¿Cuánto te debo por la comida? —pregunté con calma cuando estaba claro que él no iba a hacerme caso. Deseé que me mirara; quería desesperadamente ver sus preciosos ojos.
—Nada, olvídalo. —Negó con la cabeza y continuó con sus planes de lecciones que tenía desperdigados por toda la mesa. Guau, dos días y ya tiene un escritorio desordenado...
—Oh, bueno, humm... gracias —murmuré incómoda—. Ya sabes, deberías intentar mantener tu escritorio un poco más ordenado, la gente podría pensar que eres un dejado. Quizá podrías pagarle a un novato para que lo limpiara por ti. —Me giré para irme, escuchándole reír en voz baja tras de mí. No me paré; sólo quería salir y dirigirme a mi siguiente clase. Cuando llegué a mi clase de español me deslicé en el asiento al lado de Euge.
—Ey, ¿cómo fue el castigo con el señor Buenorro? —me preguntó, mirándome con celos.
Me encogí de hombros y me desplomé en mi asiento, deseando que el día se hubiese terminado ya. Esta mañana me preparé para un encuentro con él, ya había tenido dos y tenía una hora entera de mi peor asignatura por delante. La vida era cruel. Dos horas más tarde estaba siendo llevada a ciegas por el pasillo por Euge.
—En serio, ven a babear por el nuevo profesor cachondo. Te sacará de la cabeza a ese tonto que tienes por ex —insistió. Suspiré, deseando poder contarle y que entendiera por qué era esa exactamente la razón por la que no quería ir a cálculo. Me paré fuera de su clase.
—No, voy a saltármela, me duele la cabeza. Tan solo consígueme cualquier tarea que me pierda, ¿vale? —dije, meneando la cabeza. No podía soportar verle nunca más; ya estaba física y emocionalmente cansada. Mi falta de sueño de la última noche me estaba pasando factura haciendo que me escocieran los ojos. Alguien aclaró su garganta detrás de nosotros. Salté, mirando rápidamente para ver a Peter de pie, detrás nuestra con una expresión divertida en su cara.
—Damas, ¿es esta una discusión privada acerca de lo bueno que estoy o puede unirse cualquiera? —preguntó, sonriendo con suficiencia mientras Euge se ponía roja como un tomate y se reía nerviosa—. Y nada de saltarse la clase, señorita Espósito —añadió. Sus preciosos ojos se encontraron con los míos pareciendo atraparme con su mirada. No podía apartar la vista mientras contenía la respiración en mi garganta. Euge agarró mi brazo y tiró de mí hacia el interior del aula antes de que pudiera decir nada en absoluto. Éramos las últimas en entrar por culpa de toda la discusión de fuera, así que las mesas estaban bastante llenas. Había dos asientos vacíos, uno en la primera fila cerca de Oliver y el otro en la última fila cerca de una chica que, honestamente, no tenía un olor muy agradable. Euge fue rápidamente al fondo.
—Bien, chicos y chicas, ayer todos tuvisteis un pase libre pero hoy me temo que tenéis que trabajar algo. —Sonrió perversamente mientras se levantaba y se aproximaba al portátil de su escritorio. Después de apretar unos pocos botones, una serie de complicadas ecuaciones aparecieron en la pizarra electrónica—. Muy bien, obviamente tengo las notas de la señora Patterson sobre lo que aprendisteis el último semestre, pero no sé en qué nivel estáis todos porque cada uno aprende de forma diferente. En la pizarra veréis unas ecuaciones. Quiero que encontréis los dominios de las funciones. Haced un intento con los problemas de la pizarra, no os olvidéis de mostrar vuestros resultados, y luego echaré un vistazo y veré hacia dónde tenemos que ir a partir de aquí —instruyó—. Tomaos el tiempo que necesitéis. Por favor, no os ayudéis unos a otros; necesito saber el nivel de cada persona de forma que pueda prestarle la cantidad de ayuda correcta. —Miró severamente alrededor de la clase.
Refunfuñé y abrí mi cuaderno mirando a la pizarra. ¿Tengo que encontrar el dominio de qué? Maldición, ¿por qué no escuché correctamente? Me giré hacia Gastón que ya estaba garabateando algo en la primera ecuación. —Gas, ¿tenemos que encontrar el dominio de qué? —susurré, mostrándole mi cara de «estoy perdida».
—Funciones, es como la respuesta a la pregunta. Toma la primera, por ejemplo, tienes que encontrar el valor de F. Ignora todo lo demás después de eso, la verdadera pregunta es ¿«F» es igual a...? Entonces haz la ecuación para encontrar cuál es la respuesta. —Se encogió de hombros como si eso tuviera un perfecto sentido. Intenté con todas mis fuerzas no mirarle fijamente y preguntarle si estaba hablando en inglés.
—Oh, bien, sí, lo pillo, gracias. —Mentí, asintiendo despacio y volviendo de vuelta a mi cuaderno en blanco, ahora incluso más confusa.
—Sin problema. Por cierto, ¿cómo van las manos? Me siento mal por ello, no debí tirarte. Ey, sabes qué, quizá podría sacarte por ahí el viernes y compensártelo —sugirió, pareciendo un poco incómodo.
—Esto, Gas, eso ha sido muy amable pero de verdad que mis manos están bien. No tienes que compensarme por nada, además, fue un accidente.
—Señor Dalmau, ¿podría ligar con chicas fuera de mi clase? —dijo Peter bruscamente delante nuestra.
Miré a Peter y sonreí agradecida. Él no me sonrió de vuelta, sólo se fue y se sentó en su escritorio, reclinándose en su silla y empujándola hacia atrás con las dos piernas y con las manos detrás de la cabeza.
Suspiré y miré de vuelta a la pizarra, decidiéndome a empezar. Las ecuaciones parecían completos jeroglíficos para mí y estaban haciendo que mi dolor de cabeza empeorase. Cerré los ojos y me froté la frente, preguntándome si realmente necesitaba terminar la secundaria o si podría simplemente dejarlo y nunca más volver a ver una ecuación. Quizá conseguir un trabajo de limpiadora o algo.
Algo golpeó mi pupitre provocando un ruidoso estrépito. Alcé la cabeza de golpe, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Alcé la mirada para ver a Peter allí de pie riéndose históricamente, con su puño en mi pupitre. ¿Qué diantres? Podía oír a otra gente riéndose a carcajadas así que miré alrededor para ver que la clase entera se estaba riendo de mí. ¡Oh, Dios mío!, ¿estaba dormida?
—¿La estoy aburriendo, Señorita Peterson? —preguntó Peter, levantando una ceja como burla hacia mí. —Y vigila tu lenguaje —añadió, todavía riéndose.
—Sí, ríete. Eso fue para desternillarse, buen trabajo. —Le devolví con sarcasmo. Se dio la vuelta y me sonrió, la alegre, juvenil sonrisa que yo conocía tan bien.
—Lo sé, a veces me parto de risa conmigo mismo. Quizá tengo que mejorar y hacer mi clase más interesante para mantenerte despierta.
—Siempre puedes quitarte la camiseta —gritó una chica desde el fondo. Todos, excepto yo, se rieron.
—Nah, porque ninguna de vosotras, chicas, podríais hacer ninguna tarea —bromeó Peter y se encogió de hombros con chulería, ganándose chocar otros cinco con el tío que tenía al lado.
Puse los ojos en blanco y bajé la mirada a mi cuaderno; no había hecho siquiera el primer problema de la pizarra. Gruñí y garabateé un montón de letras y números para tener algo que entregar. Gastón me pasó otros cinco folios de papel, que obviamente pertenecían a la gente de mi fila. Metí el mío por el medio del montón y lo puse en el borde de mi pupitre de forma que pudiera pasarlo hacia el fondo de la clase.
Tan pronto como sonó la campana, la gente comenzó a levantarse.
—Chicos, si pudierais leer el capítulo uno de vuestros libros de texto para mañana, por favor —gritó Louis mientras la gente empezaba a enfilar la salida del aula.
—Señorita Espósito, ¿podríamos tener unas palabras? —solicitó. Miré a Euge, que me lanzó una mirada de lástima y se encaminó a la salida. Afortunadamente me esperaría junto a mi taquilla y me llevaría a casa porque realmente hoy no tenía energía para caminar durante cuarenta y cinco minutos. Peter la observó mientras salía. Tan pronto como se cerró la puerta me miró con preocupación.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja. Asentí y cambié de posición mi pesada cartera sobre mi hombro.
—Sí, estoy perfectamente.
—Pareces cansada.
—Guau, gracias, antes solía ser un «estás preciosa», ahora sólo parezco cansada. Es realmente amable, gracias —solté enfadada. Suspiró y meneó la cabeza, claramente molesto.
—Sólo estaba preocupado, eso es todo, no hace falta ponerse de mala leche por eso.
—¿Hemos terminado con la preocupación? ¿Me puedo ir? Mientras me giraba para irme me agarró la muñeca haciéndome parar, le dio la vuelta a la mano y miró la palma.
—Por favor, cuéntame qué ha pasado —dijo en voz baja, mirándome con la carita de cachorrito que siempre había funcionado conmigo. Sus ojos se clavaron en los míos haciéndome sentir ligeramente liviana.
—Me caí jugando al fútbol, no es gran cosa —dije, encogiéndome de hombros. Todo mi cuerpo estaba hormigueando con la necesidad de que me abrazara, me besara y me dijera que todo estaría bien y que me quería. Asintió, pareciendo digerir la información durante un par de segundos.
—Vale, gracias. Deberías irte —señaló, soltando mi muñeca. Me quedé allí de pie mirándole durante unos segundos antes de sentir las lágrimas aguijoneando mis ojos, así que me di la vuelta y prácticamente salí corriendo del aula. Corrí por el pasillo hasta mi taquilla. Euge estaba esperando por mí, sonriendo con lástima.
— Ahora mismo, señorita, nos vamos a ir a hacer una terapia de compras y te voy a comprar el más grande y más empalagoso pedazo de tarta de chocolate que encuentre. —Sonrió maliciosamente y tiró de mí saliendo del instituto hacia su coche.
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¿Les está gustando? De momento, que prefieren a Peter o a Pablo? jajajaja
¿Gastón está al acecho?
quiero a peter con ella quiero que la bese y la abrace me encanta esto pero en serio necesito que esten juntos jajaja no quiero que lali encuentre consuelo con pablo, necesito beso Laliter jajaja ya quiero maaas
ResponderEliminarMmaas me encanta la novela!!
ResponderEliminarmaaaaaaaaaas
ResponderEliminar+++++++++++
ResponderEliminarmmas
ResponderEliminarotra
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ResponderEliminarotro
ResponderEliminar+
ResponderEliminarmas
ResponderEliminaras
mas
ResponderEliminar123
ResponderEliminarsadsadsa
ResponderEliminarzxcxzcz
ResponderEliminarcxzczcxz
ResponderEliminarotr
ResponderEliminarooo
ResponderEliminaro
ResponderEliminarcapitulon!!! preferir prefiero a Peter, pero me saca de qucio... este ni come ni deja comer.. si no puede estar con Lali y decidio dejarla, pues que deje de celarla y ponerle castigos estupidos
ResponderEliminarespero mas nove!
Siempre sera Peter.
ResponderEliminarMe da muchisima pena Lali, pero quiero saber como sesiente Peter
mas x fas y a lali con peter x favor!!!!!
ResponderEliminarMAS!!
ResponderEliminarPeter hace todo x pasar unos momentos con Lali,pero guardando las distancias al ser ella menor.Eran novios antes d entrar es su vida y ahora todo se fue al traste pero el verdadero amor no se pada d un dia para el otro
ResponderEliminarSigue la maraton? espero k si.Gaston aprovechara cualquier ocasion parece
ResponderEliminarVas a seguir la maratón , espero que la sii
ResponderEliminarOtrooooooooo
Me encantaaa
Besos
grrr voy a matar a peter!!
ResponderEliminarmaasss
me encanta tu nove!!