MARATÓN:
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HOLA CHICAS!!! ¿Cómo están? Lo siento por no subir antes, pero en Sevilla está la feria y no me he conectado mucho. Ya saben, mucha joda acá.
Primero de todo les quiero dar la bienvenida a las nuevas lectoras, espero que disfruten leyendo esta adaptación. La segunda cosa que les tengo que decir es que les quiero recordar que es una adaptación, y todos los derechos están reservados a la autora, Isabelle Rae. Y la tercera, que al ser una adaptación, hay muchas cosas que me salto. Ya comentaron en el otro capítulo que me salto muchas cosas, y algunas de ellas muy divertidas, pero esas cosas son insignificantes en la novela, no la alteran.
Bueno chicas, disfruten del capítulo.
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Capítulo 20.
Seguí a Euge al vestíbulo y paramos delante de nuestras taquillas, cogiendo los libros de la mañana. De la nada alguien me agarró desde atrás. Mi corazón se tambaleó y chillé del susto saltando en el aire. Me giré y vi a Pablo riendo.
—¡Qué gracioso! —murmuré, golpeándole en el estómago con mi cuaderno. Él sonrió y echó su brazo sobre mi hombro.
—Lo siento, no he podido resistirme. Ayer había sido divertido. Era fácil tener a Pablo alrededor, y aunque desperté tendida junto a él por la mañana, eso, de todos modos, no nos había hecho sentirnos nada incómodos. Deseé calladamente poder sentir algo más por él, pero no lo hacía. No había ninguna chispa. Yo quería de verdad a Pablo, pero no de ese modo, no como una novia debería. No estaba segura de haberlo hecho. —. Tengo un par de entrenamientos después de clase esta semana, pero puedo encajar las clases el miércoles y el jueves. —Ladeó su cabeza. —Chicas las veo en la comida —dijo mientras se dirigía en la dirección opuesta a donde era la primera clase mía y de Euge.
Cuando él escapó levanté la mirada vi a Peter mirándome. Un ceño arrugaba su frente. Cogí mi último libro y caminé hacia el gimnasio. Cuando nos cruzamos con Peter, sonreí intentando ser educada.
—Buenos días, Sr. Lanzani —saludé intentando sonar segura de mí misma aunque mi estómago tenía mariposas.
Él se movió incómodamente sobre sus pies. —Buenos días, chicas. ¿Tuvieron un buen fin de semana? —Él sonrió, pero me parecía forzada, no como las fáciles sonrisas que normalmente adornaban su cara.
—Estuvo bien, nada de especial —respondió Euge, encogiéndose de hombros.
—¿Y usted, señorita Espósito? ¿Cómo fue la cita del viernes por la noche con el ex hermano? —Sus inquisitivos ojos grises taladrando los míos.
—No fue una cita —aclaré—, pero fue bien, gracias. —Intenté no enfadarme otra vez. La última vez que le había visto fue en el aparcamiento el viernes por la noche y él había lanzado una mirada de odio y enfado a Vico.
—¿Cómo sabe que era con su ex hermano? —preguntó Euge bruscamente.
—Si recuerdo bien dijiste algo sobre recuperar a su ex pasando por encima de su hermano.
Ella sonrió avergonzadamente. —No es el estilo de Lali. —Me dio un codazo de broma en las costillas—. Aunque él sea caliente como el infierno —añadió, guiñándome un ojo.
Fruncí el ceño y apreté la mano de Euge intentando tirar de ella. —Basta de hablar de mi inexistente vida sexual. Vamos a clase antes de que lleguemos tarde.
—Señorita Esposito, ¿cree que podríamos tener unas palabras en la hora de la comida? Después de que haya comido va bien —chilló Peter cuando nos marchábamos.
Genial, otro sermón sobre no quedar con su hermano. Justo lo que me faltaba.
La mañana pasó rápidamente. Incluso me las arreglé para pasar toda la clase de gimnasia sin lesionarme.
Cuando sonó el timbre de la comida me dirigí a la cafetería cogiendo un sándwich de atún y mirando entre las bebidas intentando encontrar un zumo de naranja, pero no había ninguno. Fruncí el ceño y en su lugar cogí un zumo de manzana haciendo pucheros mientras iba a la caja a pagar.
Después de pagar di la vuelta, sólo para darme de frente con Peter. Miró mi bandeja ceñudo.
—Pensaba que te gustaba el zumo de naranja —murmuró.
Encogí los hombros—. Así es pero se han agotado.
Él sonrió y puso sus ojos en blanco. —Toma, preciosa.
Puso su botella de zumo de naranja en mi bandeja y a cambio cogió mi zumo de manzana. Sonrió y se volvió para marcharse sin decir nada más, dejándome asombrada viéndole marchar.
¿Preciosa? ¿A qué demonios venía eso? ¿Por qué me ha llamado así? Suspiré cuando me dejé caer en la mesa con mis amigos. Intenté con fuerza escuchar sobre qué estaban hablando, pero mi condenada mente mantenía mis pensamientos concentrados en Peter, aunque yo no quisiera.
Apenas comí nada, sólo destrocé mi sándwich y piqué un poco. Puse mala cara. Supongo que no lo puedo aplazar más. Hora de recibir otro sermón sobre Vico.
Tiré mi comida a la basura y me dirigí a su aula. Estaba sentado a la mesa, escribiendo, cuando llegué. Golpeé en la puerta y su cabeza se alzó para mirarme.
—¡Hola! —Sonrió, una buena sonrisa además, una de esas que solía recibir de él ¿Por qué está haciéndome esto? Esta mañana he decidido hacer un verdadero esfuerzo para dejarle ir y entonces, ¿él empieza a sonreírme y a llamarme «Preciosa» otra vez? La vida no es justa.
—¡Hola!, ¿querías verme? —miré alrededor incómoda.
Él asintió. —¡Sí!, cierra la puerta. —Frunció el ceño y se recostó en su silla. Cerré la puerta y caminé cuidadosamente hasta su mesa, esperando que me gritara o me ordenase alejarme de Vico. Fruncía el ceño, pareciendo mirar a cualquier parte menos a mí cuando él dijo:
—Sólo quería disculparme por lo que dije el viernes con Victorio. No debería haberlo hecho y estoy realmente arrepentido.
—¿Por qué lo hiciste, entonces? —pregunté confusa.
Suspiró y agitó su cabeza. —Sin motivo. Sólo enloquecí un poco porque sé cómo es Victorio. Creo que una chica como tú, no debería mezclarse con alguien como él.
Me senté en la esquina de su mesa y miré al techo. —¿Una chica como yo?
—Sí, inocente, dulce, adorable. Tú eres demasiado buena para sus gustos. Usa a las chicas. No quiero que eso te ocurra a ti —dijo en voz baja. Su pierna tocó accidentalmente la mía, y sentí dentro burbujear la excitación, como cuando él estaba cerca.
—No soy inocente —sonreí coquetamente.
Él suspiró y apartó la mirada. —Entonces, ¿cómo van las clases? —preguntó, obviamente quería cambiar el tema de nuestros hábitos sexuales.
Me encogí de hombros. —Sí, bien en realidad, creo que irá bien. Pablo va a darme clases particulares dos días a la semana.
—Está bien. Si necesitas más ayuda o algo entonces puedo repasar algunas cosas, pero tendremos que hacerlo en la biblioteca en las comidas o algo así.
—¿Por qué en la biblioteca?
—Porque no me gusta estar a solas contigo.
—¿Por qué no? —pregunté.
Suspiró dramáticamente. —Olvídalo. Ve a disfrutar del resto de tu tiempo libre antes de que suene el timbre. Tengo que preparar y poner este escrito en la pizarra de todas formas. —Se encogió de hombros y fue hacia la pizarra electrónica detrás de su mesa, cogiendo un rotulador y comenzando a escribir algún tipo de ecuación. Pero me negué a dejarlo así. Esta era la primera vez que hablábamos como era debido. Estaba harta preguntándome qué pasaba por su estúpida cabeza.
—¿Por qué no te gusta estar a solas conmigo? —pregunté, agarrando su brazo y tirando suavemente, intentando que me mirase otra vez. Se giró tan rápido que me hizo saltar. Su brazo rodeando mi cintura mientras me movía tanto que mi espalda fue apretada contra la pizarra. Apretó su cuerpo contra el mío; su cara tan cerca de la mía que gemí. Su respiración entraba a través de mis labios haciendo mi boca agua. Apenas podía respirar. Su mano rozó ahuecada el lateral de mi cara mientras movía lentamente su cara hacia la mía.
—Éste es el porqué —balbuceó. Su boca estaba tan cerca que sus labios rozaron los míos cuando habló —. Tienes que irte.
—¿Por qué? —susurré un poco herida. No quería irme. Él estaba tan cerca, y le necesitaba.
—Porque necesito que te vayas. Tengo cosas que hacer. —Su tono era firme y definitivo mientras caminaba hacia la puerta de la clase y tiró de ella para abrirla. No me miró mientras esperaba silenciosamente a que me marchase. Sentí mis ojos escocer por las lágrimas otra vez, entonces salí atropelladamente de la clase. Estúpido imbécil, excitarme para decepcionarme así.
Cuando el timbre señaló el final de clase gemí. No con todo el mundo alrededor al menos, me encantaría hablar con él sobre nosotros y hacerle decirme qué demonios quería decir tratándome así.
—Lali, ¿vienes o no? —Euge rió golpeando mi codo que estaba sujetando mi cabeza. Mi cabeza cayó rápidamente. Me las arreglé para sujetarme antes de que mi barbilla golpease la mesa. Rió enloquecida y agitó su cabeza—
Exasperada puse los ojos en blanco. —Vamos entonces, vamos a probar y ver si las habilidades de Pablo con las clases particulares son peores que yo cocinando para él. —Enlacé mi brazo con el suyo y fuimos tranquilamente a clase. —Y tú, ¿qué cuentas? ¿Hablaste con Nico ya?
Suspiró soñadoramente. —No, no todavía. ¿Le has visto esta mañana? ¡Guau!, él está tan bien de azul. Creo que el azul es su color. —Movió su cabeza, riendo. Estaba loca por Nicolás Riera desde primer curso, pero nunca le había hablado ni una vez.
La empujé dentro de la clase y eché una ojeada. Llegamos más tarde de lo normal, pero Peter todavía no estaba allí.
—Vamos, cojamos sitio. Me senté y saqué los libros, rezando para que esta hora pasase sin problemas.
Peter entró un par de minutos más tarde. Inmediatamente sentí arder mi cara mientras recordaba lo cerca que él había llegado a estar de mí a la hora de la comida. Dejó su portátil en la mesa y miró a la clase.
Cuando sus ojos encontraron los míos. Le vi sonreír con satisfacción. Probablemente divertido con que estaba sonrojada ya otra vez, no hay duda.
—Bien entonces, clase, quiero que todos vosotros hoy os juntéis por parejas con la persona a vuestro lado y vamos a hacer un proyecto de presión y cómo las matemáticas pueden ser usadas para predecir con exactitud los resultados de ciertas situaciones, incluso algunas científicas. Las matemáticas, no son sólo números, pueden ser usadas como la base de un montón de cosas en la vida —dijo, sonriendo de oreja a oreja. Obviamente le divertían este tipo de cosas. —Tenéis un par de clases para trabajar sobre ello. Al final de la semana quiero que presentéis vuestros resultados a la clase y cómo llegasteis a la ecuación. Hasta haremos demostraciones prácticas en el exterior
—Tú y yo entonces, princesa de hielo —dijo Candela Vetrano, mofándose de mí con desprecio cuando Euge formó pareja con Jessica a su otro lado.
—¡Genial! No puedo esperar —mentí fingiendo simpatía. Con suerte si lo intento de verdad, de verdad intentar ser agradable con ella, ella será amable conmigo.
—Candela, necesito que ayudes a Martin. —Señaló Peter con la cabeza hacia el fondo de la clase donde Martin estaba sentado. ¡Guau! Pobre Martin. Inmediatamente, Candela se puso en pie y cogió sus libros moviéndose hacia él. Ella parecía más que aliviada al no tener que trabajar conmigo.
—La ayudaré yo, señorita Espósito. — sonrió bondadosamente.
—Tricia Marshall está ausente hoy, cuando vuelva puede tenerla como compañera; sólo le ayudaré hoy —añadió Peter encogiéndose de hombros como si no fuese un gran trato. Él rió antes de levantarse del asiento y dirigirse a la mesa de enfrente para recoger todo el equipo que necesitábamos para hacer el experimento. La hora pasó bastante rápido, y de hecho fue muy divertido. Peter bromeaba y en realidad hizo mucho del trabajo por mí, por lo cual yo estaba agradecida.
—Bien, ven y haz esta parte. —Hizo señas para que tomara la botella. La tomé vacilante no queriendo hacer nada realmente, yo era feliz dejándole hacer todo, pero supongo que tenía que aportar algo—. Bien, ahora quiero que viertas esto despacio, entonces, cuando diga, vas a colocarle rápido la tapa. Las dos sustancias comenzarán a reaccionar inmediatamente entonces tienes que ser rápida con la tapa. —Me sonrió con satisfacción mientras se paró detrás de mí.
—¿Reaccionar inmediatamente, qué significa eso? —pregunté ya que comencé a verter el polvo blanco que él mencionó que era el bicarbonato de sodio en el líquido amarillento-marrón con olor fétido que ya estaba en la botella—. ¿Qué es lo que hay aquí de todos modos? —pregunté, arrugando mi nariz. Esto se parecía un poco a la orina.
—Vinagre —contestó él. Asentí y vertí el resto del polvo de un solo golpe en vez de lentamente como él dijo—: Mejor ponle la tapa. —Peter se rió detrás de mí ya que esto comenzó a burbujear rápidamente.
—¡Oh mierda! ¿Qué está haciendo? —pregunté mientras agarraba la tapa… pero no fui lo suficientemente rápida.
Peter se rió y agarró la botella colocando su mano sobre la abertura justo cuando parecía que iba a explotar. Esto rociaba espuma amarillenta apestosa por todas partes. Se parecía un poco como una botella de champán cuando la agitas. Grité mientras que se rociaba por todas partes de mi camisa y jeans.
La gente estaba aullando y escondiéndose bajo sus escritorios, riéndose mientras la botella siguió rociando. Esto se estaba yendo por todas partes; entró en mi boca y mojó mi cabello. Giré y enterré mi cara en el pecho de Peter mientras eso se seguía rociando en mi espalda. Yo podía oírle muerto de risa, y no pude menos que reírme también. Cuando finalmente paró me salí de la seguridad de su cuerpo. Mi cabello goteaba y apestaba asqueroso. Peter estaba empapado también. Me sonreía con suficiencia, rodando sus ojos.
—¿Qué parte de «verterlo lento» no entendió, señorita Esposito?
—Mierda. Lo siento mucho —mascullé, mirándolo atrás disculpándome. La campana sonó así que él miró hacia atrás a la clase, quiénes reían y agarraban sus mochilas, dispuestos a irse.
—Señorita Lanzani, usted puede quedarse y ayudarme a limpiar su desorden. Los encargados de limpieza de la escuela no tocarán esto. —Agitó su mano a los charcos y espuma por todas partes.
—Bien —fruncí el ceño y me di la vuelta a Euge—. Caminaré, no me esperes.
—Puedo llevarle a casa si usted quiere —ofreció Peter mientras que pasaba el paño sobre el escritorio, mojándose con el lío que yo había hecho.
Euge sonrió abiertamente y salió por la puerta —Genial. Tengo que hacer de niñera otra vez directamente después de la escuela así que no tengo tiempo para esperar. Te veré mañana entonces, Lali. Adiós, Sr. Tomlinson
—¿Tienes cinco dólares? —preguntó Peter de repente, cavando en su bolsillo.
—No, ¿Por qué?
—Debe de haber un estudiante de primer año al que podamos pagarle para hacer esto —bromeó él.
Estallé en carcajadas y fui al fregadero en su cuarto fuera del aula y enjuagué mi paño para poder continuar con la limpieza. Tomó aproximadamente veinte minutos liberarnos de toda la espuma, pero aun así, el aula entera olía a vinagre.
maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas
ResponderEliminarmmmmmmmmmmas
ResponderEliminarmmmmmmmmmmmmmmas msasn
ResponderEliminarotro
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaaaaaaas
ResponderEliminarpeter la va a volver loca
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ResponderEliminar111
ResponderEliminar!!!!!!!!!
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ResponderEliminarotroooooooooooooo
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ResponderEliminarmash
ResponderEliminarajajajajaja
ResponderEliminaroootro
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ResponderEliminarme esta poniendo muy nerviosa ¿a que juega? no puede permitirse ese lujo ufff y Lali?? se deja enroscar!
ResponderEliminarasi que de feria eh!!?? ya llego la primavera y las ferias, en Cádiz sino recuerdo mal ya ha habido una y esta semana hay otra, y ya es un no parar jajajaja
espero mas nove YA! besotes
Qe onda peter porqe se cmpota asi con lali??
ResponderEliminarY yo ni me entero d la maraton y entro a estas horas.En fin k se ke va a hacer.Peter la esta provocando y se esta arriesgando un poquito.Para mi Euge ya sospecha k es Peter el amor d verano d Lali
ResponderEliminarhay perdón, yo fui n.n si no tiene mucha importancia, igual amo esta adaptación, es perfecta :) volvería a leerlo mil veces, amo como peter juega con ella jajaja se hace el lindo y también se pone celoso hay me encanta jajaja <3 bfrghrnjxm
ResponderEliminarotra vez perdón por mi comentario anterior :) :P
besos ^^
Peter quiere alejarse de ella pero al mismo tiempo no puede...eso le pasa, que la ama
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