30 de abril de 2013

Capítulo treinta y dos.

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Sentí como mis manos se aferraban a los libros que sujetaba. El simple pensamiento de ella cerca de él, me quemaba la sangre.  Peter se paró a mi lado. —¿Es posible que todos hablemos sobre eso? —preguntó él, mirando esperanzado a Candela.

Ella sonrió y se encogió de hombros. —Ya está todo solucionado. Mariana y yo hemos estado hablando sobre ello y, he decidido no decir nada sobre el asunto... por ahora. El malicioso brillo en sus ojos mostraba que estaba disfrutando tenernos a ambos en sus manos. Peter pasaba la mirada entre una y otra, claramente sorprendido por su revelación.

¿De verdad? —Tragó saliva.

Ella asintió. —Sí, pero señor Lanzani, para que lo sepa, desde ahora yo seré el as de su clase y no tendré que entregar ninguna tarea —dijo ella, levantando desafiante la ceja.


—¿Pedro? Todos nos volteamos para ver cómo se acercaba la señorita Igarzabal por el pasillo. Candela se inclinó muy cerca de mi oído.

Creo que su novia estaría muy cabreada si se enterara de lo que estabais haciendo sobre la mesa, ¿no te parece? —susurró ella. Me aparté horrorizada, enfadada e intentando matarla con mis ojos.

Eh... hola —Peter murmuró cuando la señorita Igarzabal se paró junto a nuestro grupo, sonriendo con dulzura.

Hola chicas, ¿qué estáis haciendo todavía aquí? ¿Todavía no estáis hartas de este sitio?

Estábamos hablando con el Sr. Lanzani sobre la extra tutoría que ha estado ofreciendo a Mariana después de clase. Me preguntaba si podría participar en ellas, ya sabe, aumentar mi calificación y todo eso —dijo Candela enroscando un mechón de su cabello en un dedo y, con una conocedora sonrisa en sus labios. Peter frunció el ceño en su dirección.

No creo que necesite una tutoría extra, Srta. Vetrano, como ya sabe, es la número uno en mi clase — replicó incómodo.


Candela cambió de postura. —Hemos terminado de hablar. De todas formas me tengo que ir. Le veo mañana Sr. Lanzani, Srta. Igarzabal —dijo ella, cogiéndome del brazo y dándome la vuelta rápidamente. Sonreí y con la cabeza le dije adiós a Peter y permití que Candela me guiase por el pasillo—. Mantén libre el sábado. Tienes que hacer algunas labores para mí. Mi coche necesita un servicio y también tengo unos zapatos que necesitan una limpieza. —Ella se encogió de hombros y me soltó el brazo, mirando su mano con hostilidad, como si acabase de tocar algo sucio.

 —Bien, pero luego se acaba, ¿no? —pregunté.

Ella rió. —Oh no, princesa de hielo, tu culo es mío ahora. Quieres que guarde tu secreto, entonces harás lo que yo te diga, cuando yo te diga. Ahora serás mi zorra personal. Mi mano se cerró en un puño, y noté como aumentaba mi mal humor. Normalmente no era una persona violenta. La agarré del pelo y estrellé su cara tan fuerte como pude contra la taquilla, oyendo satisfecha el crujido de su nariz, mientras que gritaba y se la sujetaba con las manos. Entre sus manos se derramaba la sangre estropeando su top.

¿Mariana? Pestañeé un par de veces y miré a Candela; me estaba mirando fijamente como si esperase que dijera algo. Oh, ¿Estaba soñando despierta? Ella chasqueó un par de veces los dedos delante de mi cara, mirándome molesta con cada segundo que pasaba. —Estaba diciendo, que me dieras tu número móvil, ¡así te mando un mensaje de texto con el pedido para mi desayuno! —gruñó ella, agitando con impaciencia su teléfono móvil delante de mi cara. Agarre el teléfono que me estaba ofreciendo y grabé mi número.Inmediatamente se dio la vuelta  y se fue dando zancadas.Cambié de postura los libros que tenía entre mis brazos y me dirigí a donde sabía que me esperaba Euge. Tiré de mi amiga y me abracé a ella, necesitando consuelo.


¿Qué ha pasado? —preguntó rápidamente. Di un quejido y negué con la cabeza. Fuimos al coche.

Mientras que estaba con Peter en el aula, Candela entró —expliqué, odiándome de nuevo por haber llevado esa estúpida falda y alentarlo.

 —Mierda, Lali. ¿Qué vas a hacer ahora? ¡Ambos vais a tener muchos problemas! —Gritó, mirándome honorificada—. Vas a ser expulsada y a él lo van a despedir... y, oh Dios mío, ¿y si lo mandan a la cárcel? Negué con la cabeza; jamás permitiría que sucediese.

He hecho algo verdaderamente estúpido —dije quejosa, moviendo mi cabeza incrédula por el acuerdo sin fin que llegué con Candela. —He hecho un trato con el demonio. 

Cuando aparcamos frente a mi casa, ella de pronto se volvió hacia mí. —¡Maldita sea, odio a Candela, maldita Vetrano! ¿Sabes lo que deberíamos hacer? ¡Deberíamos ir a su casa y secuestrar su gato y mandarle pequeñas notas de rescate! —Refunfuño ella, dando con su mano un golpe sobre el volante.

La odio —aseguró ella. Asentí y la volví a abrazar. —Bien, si necesitas ayuda con sus deberes me llamas, ¿vale? —se ofreció, indicando los libros con la cabeza que estaban en el asiento trasero del coche.


Gracias Euge, eres la mejor amiga que cualquiera desearía ¿lo sabes verdad? —dije con efusión, mirándola con gratitud.

Lo sé. Tú también lo eres. Suspiré y me bajé del auto, entrando a la casa corriendo. En cuanto estuve en la soledad de mi habitación, inmediatamente me quité la estúpida falda, tirándola enfadada a la basura.
Tenía ganas de llorar. Miré los libros de Candela, decidiendo comenzar con sus deberes de inglés.
Me dejé caer sobre la cama y saqué mi iPod, poniéndome los auriculares y subiendo el volumen lo más alto posible que pude aguantar mientras leía lo que tenía que hacer. De pronto algo pesado se apretó contra mi espalda, estrujándome el estómago contra la cama. Me sobresalté y dejé escapar un grito, mientras intentaba levantarme, pero me estaban sujetando firmemente con su peso corporal. Pude sentir las vibraciones de risas, resonando contra mi espalda pero no pude escuchar nada por el volumen tan alto de la música que sonaban en mis oídos. Me moví intentando sacármelo de encima, entrando en pánico, pero uno de los auriculares fue arrancado de la oreja y pude oír una risa familiar. Tragué saliva y miré por encima de mi hombro, mi corazón volvió al latido normal cuando me di cuenta de que sólo era Peter. Estaba sonriendo de oreja a oreja, mientras seguía tumbado encima de mí, apretándome contra la cama.

¿Qué estás haciendo aquí? ¿Y cómo has podido entrar a mi casa? —pregunté frunciendo el ceño, sin dejar que las emociones me sobrepasaran.

He venido a buscarte, por supuesto —respondió él como si fuese un hecho obvio—. Te llamé al móvil pero no cesaba de sonar y saltaba el contestador. Y respecto a cómo entré, sabía que tus padres no se encontraban todavía en casa y dejaste sin cerrar con llave la puerta de entrada. 

¿Has venido a buscarme? ¿Por qué? —pregunté, mi voz se quebró, tan cerca de las lágrimas. 

Él frunció el ceño, con la mirada algo confusa. —Bueno, pensé que teníamos una cita esta noche —respondió él, mirándome un poco preocupado. No pude contener por más tiempo mis emociones. Me eché a llorar. Él dio un grito ahogado y me abrazó estrechamente, acariciando con su mano mi espalda, consolándome. 

¿Qué pasa, preciosa? —susurró él. Lloré mucho más fuerte cuando lo escuché llamarme por mi apodo cariñoso.—¿La? —Me separó un poco de él, tomando mi cara entre sus manos para poder mirarme—. ¿Por qué estas llorando? Tragué saliva y el secó las lágrimas con sus dedos, mientras se deslizaban por mis mejillas. 

Pensé que ya no querrías verme más. Pensaba que me odiarías después de lo que sucedió. Todo ha sido por mi culpa. Lo siento tanto, Peter —susurré, moviendo mi cabeza, pidiendo disculpas con mi mirada. 

Aún más confuso frunció el entrecejo. —La, jamás te odiaría. Y no fue por tu culpa, sino mía. Fui yo el que te besó; fui yo el que nos empujó sobre la mesa, yo soy el adulto, tenía que haber tenido más juicio, haberme controlado más. —Quitó con un beso, una lágrima aislada, que caía por mi mejilla. 
Todo está bien. Tal como ella me ordenó la aprobaré y todo estará bien. Con respecto a la culpa de la falda... era una falda muy sexy, preciosa, pero mucho antes de escoger y ponerte esa falda hoy, ya estaba perdiendo mi auto control. Tarde o temprano hubiese sucedido, cada día que pasaba me era más difícil apartar mis manos de ti —dijo él, disculpándose con la mirada. 

Tragué saliva. —¿No me culpas? 

Negó con ferocidad. —La culpa es mía, preciosa. Todo es culpa mía y, eso es lo que contaremos si saliese todo esto a la luz. ¿Vale? —dijo con dureza. Dulcemente me besó la mejilla, rodando fuera de mí para acostarse a mi lado. Mientras me miraba, una de sus manos jugaba con mi pelo. 
Entonces vamos, ¿estás lista? —preguntó él, levantándose, ayudándome a levantarme de la cama. 

No creo que pueda. Tengo que terminar sus deberes para mañana y también tengo que hacer los míos... —disminuyendo la voz, haciendo un puchero. 

¿De quién tienes que hacer los deberes? —preguntó él, frunciendo el ceño a los papeles sobre la cama. 

Ella me dijo que debía de hacer sus deberes, también este sábado tengo que lavarle el coche y algunos otros recados —le dije, encogiéndome de hombros. 

¿Qué demonios? —gruñó, levantándose de la cama abruptamente, su cara dura y enfadado. 
¿Te está chantajeando? ¡Esa pequeña zorra! —siseó él. 

Solté una carcajada. —¡Ese lenguaje, Sr. Lanzani! ¡No puede hablar de esa manera de una estudiante! —bromeé, intentando aligerar el mal humor. 

Él levantó una ceja. —Estoy seguro de que tampoco debería de enamorarme de una estudiante, así que pienso que he defraudado a la enseñanza —contestó él, sonriéndome con satisfacción. 
Lamento todo esto, preciosa. Espero que pienses que merezco la pena. ¿Te arrepientes de estar conmigo? —preguntó silenciosamente, mirándome un poco inseguro. 

Peter te quiero. Jamás me arrepentiré de nada que implique tenerte en mi vida. Todo esto pronto pasará y la vida volverá a su normalidad. Lo único que tenemos que recordar es que jamás haremos nada en el terreno escolar. —Le miré con seriedad. El accedió moviendo la cabeza. 
Me besó durante unos cuantos minutos más y después se retiró, se levantó y se quedó sentando junto a mí, levantándome también. Posó su mirada sobre los papeles que había desparramado sobre mi cama. 

Te vienes a mi casa; no le voy a permitir que arruine nuestros planes. Te ayudaré a hacer sus deberes y también los tuyos y entonces seguramente tendremos tiempo para nosotros y pedir comida a domicilio o algo así. 
****
En cuanto tuve el desayuno para Candela, corrí devuelta al coche de Peter, iba a ser un largo día. Sólo me había mandado un mensaje con lo que quería desayunar y me había dicho que me asegurara de que no llegaba frío. Después se suponía que había quedado en su casillero a las 8:40 exactamente para darle los deberes que había hecho para ella y por supuesto, los doscientos dólares que le había prometido. 
Tan pronto como estuvimos en la carretera, mi teléfono empezó a sonar. Lo saqué de mi bolsillo y sonreí. Era Vic. Sonreí en dirección a Peter; estaba quejándose de que fuese a ver a su hermano en vez de a él esa noche. 

Hola, Vic —sonreí mientras Peter se quejaba. 

Hola, bombón. ¿Te veré esta noche? 

Claro. Oye sabes, podrías hacer algo por mí mientras estás en mi instituto —dije acordándome de la malvada mujer cuya bebida estaba en mis manos. 

¿Qué, bombón

Seducir a una estudiante y hacer que cayese enamorada de ti para que me deje en paz —dije, medio bromeando. 

¿Lo dices en serio? ¿Qué está mal? ¿Alguien te está molestando o algo? —dijo, sonando preocupado Mordí mi labio y procedí a contarle la historia.

Wow, eso es una putada para los dos. Supongo que os veré hoy. Tendré que pensarlo y ver si hay algo que pueda hacer para ayudaros ¿Vale? ¿Quizá podrías entrar en su casa, robar su diario y encontrar algo con lo que poder chantajearla? —sugirió. 

Me tengo que ir Vic. Te veré después de clase. Nos dijimos adiós y metí mi teléfono devuelta en mi bolsillo. Me giré a ver a Peter; él miraba a través de la ventanilla. 

Te amo. Sólo recuerda eso. No importa qué pase, te amo. Si llegásemos al punto donde necesitemos hacer algo drástico entonces renunciaré a mi trabajo —dijo acariciando mi cara suavemente con su pulgar. 

—Pit, después de quedar con tus padres el sábado, ¿Crees que podría quedarme contigo? —le dije. Su mano se congeló en mi pelo, así que continué rápidamente—. No haremos nada. Sólo quiero despertarme contigo sujetándome, nada más ¿Por favor? Realmente lo necesito ¿Por favor? —Supliqué. Mi voz estaba sólo por encima del susurro. 

Yo también lo necesito —admitió, besándome suavemente otra vez. 

Cuando llegué a Candela, ella estaba apoyada contra su casillero. Le di su desayuno  y el trabajo. Saqué el dinero que también me pidió de mala gana y se lo estampé contra el pecho.

Mañana vendrás conmigo después de comer; harás mis quehaceres mientras mis padres están fuera. Podrías querer vestir algo viejo, tengo un par de caballos que necesitan ser limpiados. Si no sigues hasta el final, yo tampoco lo haré. Y sé que el director está libre ahora mismo. —Miró por el pasillo hacia la oficina con mucho interés. No podía hacer que mi enfado creciera y se escapase de mis labios. 

¡Bien! Tendrás que darme tu dirección o algo —murmuré, moviendo mi cabeza con desagrado. 

Oh, no te preocupes. Hablaremos a lo largo del día —dijo. Agitó su mano en un gesto de echarme—. Vete perrita. Sólo recuerda venir cuando seas llamada. Me miró una última vez antes de que me girase y me fuese hacia donde sabía que Euge podría estar a esta hora de la mañana. 

Llegamos a clase de Peter. Sonrió cuando la campana sonó, señalando el principio de la clase. Sus ojos escanearon la habitación por unos pocos segundos, pareciendo un poco confuso lo que me hizo sentirme curiosa. Miré a todos los estudiantes, intentando ver qué era lo que le había sorprendido y sólo pude ver que Candela no estaba allí. Sonreí para mí misma. Quince minutos después, la puerta se abrió y todos nos giramos a mirar a Candela entrar con su sonrisa de satisfacción en la cara. 

Srta. Vetrano, llega tarde. ¿Tiene un pase? —le dijo Peter, pareciendo enfadado. Yo hice una mueca de dolor. Candela sonrió y agitó su mano, ignoró su comentario y se sentó en un escritorio libre, inmediatamente sacó su Ipod, haciendo un gran teatro de ponérselo. Mi boca quedó abierta en shock.
Peter se dirigió hasta su escritorio y se lo quitó de las manos. 

Esto está confiscado. Podrá tomarlo de la oficina al final de la semana que viene —le dijo. 
¡Salga ahora! —le ordenó Peter agitando su mano otra vez. La clase entera le miraba y me sentí enferma. Sonrió y lentamente sacó los audífonos de sus orejas haciendo teatro al devolvérselos, sabiendo que todos los ojos estaban puestos en ella. 

Puedes tenerlos por la clase, pero los quiero de vuelta para el fin de semana. No creo que esté bien que pueda confiscar algo un fin de semana. ¿Quizá debería ir a consultarlo con el director? —sugirió sonriéndole dulcemente. Sus hombros cayeron y sus ojos se fijaron en mí. Negué rápidamente, rogándole que estuviese de acuerdo y se lo devolviese al final de la clase, así ella no podría causar más problemas. Su ceño se profundizó y su mandíbula se apretó mientras sus ojos se movieron de vuelta a ella. 

Bien, podrás tenerlo de vuelta al finalizar la clase. Supongo que un pequeño fallo conmigo no debe afectarte para el fin de semana. —Se forzó a decir, hablando a través de sus dientes. 

Cuando la campana sonó, deliberadamente recogí mis libros lentamente, asegurándome que Candela dejaba la habitación antes de que yo lo hiciera. Ella se enfrentó a él. Ofreciéndole una mano con manicura para recoger su Ipod, una sonrisa satisfecha en sus labios. Él no dijo nada, sólo lo colocó en su mano, su cuerpo tenso y estresado. Tan pronto como ella salió de la habitación, Euge y yo salimos también, dejé una pequeña nota en el escritorio de Peter según pasábamos. No había escrito nada en ella, sólo había dibujado una carita feliz, esperando que pudiese alegrarle un poco. Él me lanzó una pequeña sonrisa.

Mientras caminaba fuera del edificio, vi el coche de Vic aparcado en el exterior, no en la zona de aparcamiento de enfrente del instituto. Se encontraba apoyado contra el lateral de su coche, sus ojos cerrados. Caminé hacia él y le enterré mi índice en las costillas, haciéndole saltar y mirarme sorprendido. 

Oh, hola —dijo sonando feliz. 

Hola Victor —replicó, riéndome mientras intentaba agarrarme. Él odiaba su nuevo apodo. Me reía y golpeaba con las manos, alejándolo de mí. 

¡Lo siento, lo siento! ¡Sólo para! —supliqué. Sonreí y puse los ojos en blanco. 

Pues para con lo de Victor, Lalita.—dijo sonriéndome. Le saqué la lengua y él solo se rió, tomándome en un abrazo. Cuando nos alejamos, miró alrededor del vacío aparcamiento. 

—Bien, ¿dónde está la chica a la que tengo que seducir? —preguntó levantando una ceja, obviamente como un desafío. Sonreí con tristeza 

Creo que ya se fue. Está bien, no iba a funcionar de todas maneras. —Me encogí de hombros. Él golpeó sus labios y asintió. 

Está bien. Tengo un plan mejor de cualquier manera —me informó levantando sus cejas. 
Nosotros sólo necesitamos esperar el momento adecuado, después haré que todo sea mejor para ti y mi hermano —dijo con confianza. Sus ojos seguían escaneando el estacionamiento y los alrededores del instituto. Estuve de pie silenciosamente a su lado, sólo esperando para lo que fuese que él estuviese buscando para mostrarme, no teniendo ni idea de qué pasaba por su cerebro. Vic era muy extraño a veces. 
Después de un par de minutos, sus ojos se encendieron y se paró recto. 

¿Quiénes son ellos? —preguntó, señalando en la dirección del edificio del instituto. Me giré y miré en la dirección que señalaba. Estuve mucho más confusa cuando vi quiénes eran los que caminaban hacia nosotros desde el edificio. 

Esos son el Sr. Young y el Sr. Bentley, ¿por? —Él se giró hacia mí rápidamente, sus ojos enfocados. 

Podrás agradecérmelo después —dijo rápidamente. ¿Agradecérselo? ¿Qué demonios...? 

Me agarró, empujándome hacia él y juntando su cuerpo con el mío. Antes de que tuviese tiempo a decidir qué hacer, sus labios chocaron contra los míos, besándome a la fuerza. 
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23 comentarios:

  1. firmo rapido porque tengo que irme :)
    Chau y mas ajajaj

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  2. me muero dame mas quiero mas

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  3. que buena esta thu nov me encanta

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  16. ME ENCANTA :D
    MASSSSSSSSSSSSSSSSSS

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  17. Peter lo mata jajajaja igual si se hacen pasar por novios todo están mejor, porque así hay un motivo para que la relacion de Lali y Peter sea algo mas estrecha que la de un profesor y una alumna, porque serian cuñados (aunque es cierto que en realidad son pocas las veces que han mostrado en publico una relacion mas allá de la de profesor-alumna). No sé si me expliqué jajajaja Lo que sí espero es que Peter no se enoje con su hermano porque los está salvando a el y a Lali, y menos que menos quiero que se enoje con Lali porque seguramente estará de acuerdo con ese plan, porque es una gran idea VIC es un GENIO

    espero mas noveee

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